Israel pedía un rey, un hombre fuerte que representara y defendiera al pueblo. Dios les dio a Saúl, sucedido por David, Salomón y varios otros. Antes del período monárquico la Biblia muestra quién dirigía al pueblo en las cuestiones sociales, políticas e incluso militares – sin hablar en lo que toca a la creencia en Dios, algo que ya se vinculaba al gobierno informal.
Las comunidades pre monárquicas de los hebreos tenían su jerarquía. Al principio, tendían a ser igualitarias económicamente.
Inicialmente, la primera responsabilidad en cuanto a mantener el orden y la obediencia a las leyes eran los padres (Deuteronomio 21:18). El núcleo familiar encabezado por el padre y la madre, a su vez, era parte de una unidad mayor: el clan, formado por otros familiares externos a la casa, encabezados por los respectivos patriarcas. Varios clanes, juntos, formaban una comunidad, que podría ser tanto una villa, como una ciudad – o, como en los tiempos del Éxodo, un grupo nómade.
Si algún problema no podía resolverse en el seno familiar, era llevado a los ancianos de la comunidad, generalmente más experimentados y sabios, encargados de mantener el orden, la ley. Los ancianos representaban al pueblo interna y externamente – en caso de cuestiones con otras ciudades (Deuteronomio 21:1-9).
Los ancianos se reunían, en un principio, cerca del portón principal de la ciudad (Deuteronomio 22:15). Ellos también tomaban las decisiones en cuanto a lo militar (Josué 8:10-11; 1 Samuel 4:3), ayudados por los hombres destacados, nombrados por ellos, los jueces – ciudadanos de gran influencia y de mucho conocimiento (Jueces 4:4-5).
Cabe destacar que sus decisiones eran tomadas en base a las leyes de Moisés, dictadas por Dios al profeta.
Esa forma de gobierno duró desde los tiempos de Josué hasta el primer reinado, el de Saúl, durante un período de casi 500 años.
Entre los jueces más famosos estaban Débora, Gedeón, Jefté, Sansón, Elí y Samuel – sí, algunos también eran profetas. A ellos, en el consejo formado por los ancianos, les tocaba la conducción social-religiosa del pueblo, hasta el turno de los reyes – de allí, que en la Biblia, el libro Jueces, en el Antiguo Testamento, esté antes de 1 y 2 Reyes.
Con la adopción de la monarquía, el rey pasó a ser la voz suprema, con la ayuda de sus consejeros (una evolución de los antiguos ancianos y jueces- incluyendo a algunos profetas). Todos ellos, a su vez, debían someterse a Dios.