Aunque el término “Evangelio” también sea usado para hablar de los libros de la Biblia, generalmente, la palabra se refería a los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Son ellos quienes relatan la vida, el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús.
La palabra viene del griego evangelion (buenas noticias, buenas nuevas). Aunque hoy su sentido sea de cuño sagrado, antiguamente era de uso secular. Cuando los gobernantes griegos tenían buenas noticias para el pueblo, mandaban mensajeros para comunicarlas por las ciudades. El portador de las buenas nuevas llegaba a un lugar público y gritaba “¡Evangelion! ¡Evangelion!”, lo que atraía a muchas personas, que a su vez transmitían el mensaje a sus familiares y amigos. Los cristianos comenzaron a usar el mismo truco para divulgar la Salvación -de ahí el término “evangelizar”-.
Los Evangelios fueron registrados en la historia, por etapas. Después de la resurrección de Cristo, las buenas nuevas fueron esparcidas en el eficiente, buen y antiguo estilo del “boca a boca”. Hoy, esa forma de comunicación puede parecer ineficaz, pero en la época, era de gran importancia: a los judíos se les enseñaba desde niños el arte de la memorización de informaciones transmitidas oralmente. El propio Jesús era un verdadero maestro en eso, y por eso usaba bastantes imágenes e ilustraciones – las parábolas –, lo que hacía que las enseñanzas fueran más fáciles de recordar.
Como la historia del pueblo judío – aun después de la conversión de muchos de ellos al cristianismo – estaba repleta de conflictos que amenazaban su existencia, fue necesario escribir la historia de Jesús para preservarla eficazmente, teniendo en cuenta las generaciones futuras. Fue entonces que se escribieron los Evangelios.
Estilos
Mateo, Marcos y Lucas partieron de los mismos hechos para escribir sus Evangelios, los tres creyendo en Jesús como el Salvador. Por eso, sus libros de la Biblia son conocidos como Evangelios “Sinópticos”, palabra proveniente del griego, con la idea de “el mismo punto de vista”. Juan escribe con una visión un poco distinta a la de ellos.
Según los estudiosos, Marcos escribió el primer Evangelio, que sirvió de base para Mateo y Lucas, que añadieron algunos datos.
Mateo era uno de los 12 discípulos originales de Jesús y, por eso, dio testimonio de Su lado humano, cómo actuaba el Dios hecho carne en lo cotidiano. Relató las enseñanzas de Cristo en partes, de una manera más didáctica. Como contó rápidamente el nacimiento del Mesías y resumió su origen eficientemente, fue colocado en la Biblia, antes que los otros. Más detalles mostrados en Lucas, sobre el nacimiento, escritos más tarde, se repiten para garantizar la veracidad, y como revisión. Reconocía como público, a los cristianos que surgieron en aquellos tiempos.
Marcos, también discípulo, fue asistente de Pedro en su ministerio. Usaba un lenguaje más conciso, con foco en la acción, escrito en el griego más simple posible, para garantizar mayor alcance. Hablaba mucho de los milagros del Mesías, de los aciertos y errores de los discípulos. Tenía como público a los paganos.
Lucas, un pagano convertido, viajó con Pablo en sus expediciones misioneras. También quería como público a los demás paganos. Por ser médico, tenía un texto más centrado en detalles minuciosos y con un estilo más de investigación. Mostraba mucho el cuidado del Mesías con los oprimidos y su preocupación social.
Juan, que escribió su Evangelio entre 2 y 3 décadas más tarde que los anteriores, también era uno de los 12 apóstolos originales. Su escritura era más prolija, con largas enseñanzas e, incluso, transcripciones de los grandes discursos. Su “blanco de público” eran tanto judíos como paganos.
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