Yanina Rodríguez logró encontrar la paz que tanto necesitaba cuando se entregó completamente a Dios.
Ella comenzó a sufrir desde pequeña porque su padre era alcohólico y golpeaba a su madre. Vivían en la miseria porque su padre gastaba todos sus ingresos en el vicio, su mamá no lo soportó y se separaron. “Recuerdo que pasaba todo el día en la calle, a los 9 años comencé a fumar, a los 11 a tomar bebidas alcohólicas y a los 14 tuve un coma alcohólico. Me sentía mal después de tomar, pero a las pocas horas volvía a tomar porque siempre tenía el alcohol a mano.
A los 15 años quedé embarazada y quise cambiar de vida porque tenía un bebé que cuidar, pero después de tener al bebé empecé a drogarme porque el alcohol no me satisfacía. El sueldo no me alcanzaba para cubrir los gastos del bebé y el alquiler. Una persona me dijo que había una forma de darle a mi hijo todo lo que necesitaba y yo le creí, entonces de noche era una trabajadora sexual y de día era madre.
Fue muy duro, me drogaba y tomaba para no sentir nada. Llegué a trabajar 24 horas de corrido como copera. Muchas veces pensé en dejar la prostitución, pero me llamaban y siempre volvía. Un día dije basta y me fui. Al poco tiempo conocí a mi esposo, pero no creía en los hombres y era muy agresiva con él”, cuenta.
Ella quería ser feliz y formar su familia, pero no podía, buscó ayuda en la casa de los espíritus, sin embargo no halló la solución que necesitaba. “Al escuchar la programación de la radio de la Universal fue como si me hablaran a mí, el pastor dijo que había una solución. Fui ese mismo día, me sentí aliviada, la angustia y el peso salieron de mí. Al fin había encontrado lo que tanto necesitaba, empecé a perseverar y fui libre de todo lo que me afectaba. Así, cambié interiormente, mi matrimonio fue transformado y alcanzamos una vida diferente. Aprendí a ser madre, a ser esposa, todo en mi vida fue hecho nuevo”, finaliza sonriendo.
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