A Verónica Nuñez le costaba mucho creer en la felicidad, el sufrimiento constante en su vida le quitaba las esperanzas de un futuro mejor. Con su pareja eran como dos desconocidos. “Había muchos celos y desconfianza por las mentiras porque él me engañaba. Cualquier cosa nos servía para iniciar una discusión. No podíamos disfrutar de nada porque siempre volvíamos peleados. En un principio las peleas no eran violentas, pero al tiempo nos gritábamos, nos insultábamos y hasta nos golpeábamos”, cuenta.
Cuando logran tener su casa propia, llega la alegría de un embarazo, sin embargo, los médicos le dijeron que el bebé tenía gastrosquisis, una patología que hacía que tuviera un orificio en la pared abdominal y todos los órganos afuera. “La médica me dijo que el bebé podía morir en cualquier momento, esto me enloquecía, recuerdo que estaba depresiva”, destaca.
Durante el embarazo seguían las peleas, ella no lograba controlarse y él tenía ataques de ira. El bebé nació sano, pero la crisis en la pareja se agravaba y económicamente estaban muy mal. “Un vecino me invitó a la Universal y al participar descubrí que ahí iba a encontrar la salida que necesitaba. Perseveré y todo fue cambiando, mi esposo empezó a acompañarme y al tiempo fue cambiando. La relación cambió y nuestra vida económica también. Ahora tenemos paz y alegría, nos casamos porque nos amamos de verdad”, afirma sonriendo.
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