“Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz del SEÑOR, tu Dios.” Deuteronomio 28:2
Aprendí que aquel a quien obedecemos es nuestro señor. Si obedecemos al pecado, este se vuelve nuestro señor y ata las promesas Divinas. Si obedecemos a la Palabra de Dios, entonces Jesús es nuestro Señor y Sus promesas nos perseguirán. Por más difícil que sea, por más sacrificio que exija, vale la pena obedecer a la Palabra de Dios, pues si tenemos que tener un señor, que sea el mejor Señor.
Estoy seguro de que no hay nada más valioso en este mundo que la certeza de la Salvación del alma. No fue, no es, ni será fácil pelear la buena batalla y guardar la fe.
Sin embargo, la compasión Divina nos encontró.
¿Cuál es el secreto de la conquista y del mantenimiento de la Salvación? La obediencia a la Palabra de Dios. He vivido esto hace cincuenta años. En esta larga caminata, cada día cargaba mi cruz de sacrificios. Fue difícil, pero nada más allá de la capacidad de soportar. Incluso porque mi Salvación siempre fue lo más importante.
No podía distraerme de ninguna manera.
Todo y cualquier sacrificio por ella vale la pena. Mantener la conciencia limpia, seguir adelante sin mirar hacia atrás es fundamental en el cimiento de la fe. Por la fe en el Señor Jesucristo, encontré el tesoro escondido y alcancé la Salvación. Pero solo estará garantizada si así permaneciera hasta la muerte.
Elija obedecer irrestrictamente la Palabra de Dios, para garantizar su Salvación.
Si usted desea fortalecer su fe, participe de la Noche de la Salvación este miércoles a las 20h. Haga clic aquí para localizar la dirección de una Universal cercana a usted.
(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo.
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