Es momento de analizar su interior para evaluar:
• Si es orgullosa.
• Si es terca.
• Si continúa cometiendo el mismo error aún sabiendo que está mal lo que hace.
• Si guarda un dolor por algo que le hicieron o dijeron.
• Si es envidiosa.
• Si es perezosa.
• Si es rebelde.
• Si tiene amistades que no le hacen bien.
• Si alimenta deseos impuros.
• Si es mentirosa.
• Si es falsa.
• Si no asume su fe.
• Si finge ser otra persona.
• Si no da un buen testimonio.
• Si es negativa.
• Si es maleducada.
• Si no tiene interés en las cosas de Dios.
• Si no consigue perdonar.
• Si es vengativa.
• Si es insegura.
• Si es acomplejada.
• Si es desorganizada.
• Si es desobediente.
Su fe y entrega determinan el tamaño de Dios en su vida. Para mostrar que cree en Él, que está vivo y es poderoso, la transformación tiene que suceder dentro suyo, sólo así sus actitudes serán diferentes.
El primer paso para que el cambio suceda es reconocer lo que está guardado en su interior y entregárselo a Dios.
Luche contra sus propios sentimientos y debilidades, pero siempre aliada con el Señor, pues sola no logrará vencer. Con Él, usted podrá vencer todo, pero depende de su entrega en el Altar.
Decida ser el testimonio de Jesús en la Tierra. De esa manera, podrá ayudar a que otros crean en Dios. Todos Lo verán en su carácter, en su forma de comportarse y en su fidelidad.
Fuente: vivianefreitas.com