“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte alto.
Allí se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías, que hablaban con él.
Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, haremos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió y se oyó una voz desde la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.
Al oír esto, los discípulos se postraron sobre sus rostros y sintieron gran temor. Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos y no temáis.
Cuando ellos alzaron los ojos, no vieron a nadie, sino a Jesús solo.
Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo:
-No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.”
Mateo 17:1-9
La Biblia habla que la consagración y la transfiguración de Jesús se dieron en un alto monte, sin identificarlo.
La tradición considera a Tabor el famoso Monte de la Transfiguración, y esto generado mucha confusión entre otros fieles del mundo entero. De hecho, anteriormente, varios montes fueron sugeridos, como el Gebel Germaq, cercano a Safed, el Tall al Ahmar, en las Colinas de Golán, el Nebo y hasta el Sinaí. Todos sin respaldo bíblico.
La intención de muchos que sugirieron tales localidades se debe a una cuestión bien practica: el lugar apunta como escenario de un importante acontecimiento protagonizado por el Señor Jesús en persona atraería turistas, y obviamente, dinero. Cada uno buscando sus propios intereses.
Con el Santo Sepulcro ocurrió lo mismo. Mientras los ortodoxos insisten que Jesús fue crucificado y sepultado en lugares que hoy están en la llamada iglesia del Santo Sepulcro (en realidad, un templo construido a la falsa diosa pagana Afrodita), en la actual Ciudad Vieja, los católicos dicen que el Calvario y la citada tumba quedan en el área del Jardín del Santo Sepulcro, que estaban fuera de la ciudad en ese momento.
Si se tiene en cuenta el valor histórico, sería muy interesante conocer el verdadero lugar de sepultura del Mesías después de morir en la cruz. Sin embargo como cristianos, lo que debemos tomar en cuenta es que Él resucito después de tres días y está con Su pueblo. Debido a eso, la tumba que encerró su cuerpo físico por tan poco tiempo no es tan relevante.
No les importa a los israelíes aclarar el enigma y la autenticidad de los lugares como escenarios de acontecimientos bíblicos, porque cualquiera de ellos atraen visitantes, con sus preciosas divisas.
Al final, ¿Tabor o Hermón?
La atribución de Tabor ganó fuerza para algunos con la construcción de una iglesia en su cumbre, de la Transfiguración, por iniciativa católica, terminada en 1924. Los católicos comenzaron en el siglo 3 a decir que aquel era el monte del acontecimiento bíblico descripto en Mateo.
Sin embargo, muchos estudiosos de la Palabra no están de acuerdo con la tradición. Y tiene buenos argumentos.
Primero Mateo habla claramente de un alto monte. La descripción del evangelista muestra que la elevación era considerable. El Tabor (foto de arriba) tiene un poco menos de 575 metros, mientras de Hermón (foto de abajo), que es el más aceptado conforme a lo que dice la Biblia, impresiona mucha más: casi 2,9 mil metros, unas 5 veces más, dominando el horizonte, no siendo solamente un punto. Sino más alto y extenso. Este argumento es defendido por importantes educadores bíblicos, como el angloamericano R.H. Fuller (1915-2007), y el ingles John Lightfoot (1602-1675) – detalle: ambos eran anglicanos y por lo tanto, de origen católico.
Fuller y Lightfoot también alegan la localización de Cesarea de Filipo al pie de Hermón, donde ocurrió un evento con el Mesías antes de la Transfiguración.
“Al Llegar a Jesús la región de Cesarea de Filipo, Pregunto una Discípulos sus, diciendo: ¿Quien Dicen Los Hombres Que es el Hijo del hombre?”
Mateo 16:13
Antiguo testamento: conexión
Como hoy sabemos, por todo el Antiguo Testamento vemos alusiones directas y indirectas a Jesucristo. Dios ya preparaba sus hijos para la venida del Mesías. En el Salmo 133, por ejemplo, Hermón es claramente citada en este contexto.
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es que habiten los hermanos juntos en armonía!
Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras.
Como el rocío del Hermón, que desciende sobre los montes de Sión, porque allí envía el Señor bendición y vida eterna.”
Salmos 133:1-3
David, unos mil años antes de Cristo, que era de su descendencia, hizo una analogía bastante esclarecedora.
De las nacientes de Hermón se forman tres ríos que se juntan para formar el Jordan, que abastece la tierra seca de Israel. La humedad de Hermón hidrata el seco Sión (en Jerusalén, la capital sagrada de Israel), le da vida. Y Jesús. habiendo sido consagrado como el verdadero hijo enviado de Dios en Hermón que significa “consagrar, didicar”, y también “sagrado”. Así como del monte nevado sale el agua que da vida al país, de Jesús viene el agua de vida, que torna nuestra existencia posible – que sería seca e infructífera sin Él.
Más que un lugar para atraer turístas, Hermón tiene bases sólidas en las Escrituras para ser el local original en que el Señor Jesús fue confirmado como el Mesías, el Hijo de Dios entre los hombres.