El Señor Jesús les dijo a los religiosos y a toda la clase eclesiástica: «¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro? […] ¡Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?», Mateo 23:17,19.
En otras palabras, ¿cuál es mayor, su cuerpo o su alma? ¿Qué valora más en esta vida? La mayoría de las personas, incluso las religiosas, priorizan más lo que se deteriora y es limitado que lo eterno.
Jesús les hizo esa pregunta justamente a los religiosos que eran ciegos e insensatos, que no pensaban ni usaban el Espíritu que Dios les había prestado, es decir, la inteligencia.
El alma es lo más importante, porque es eterna. Por eso, debe valorarla, cuidarla y buscar el entendimiento que solo se adquiere a través de la Palabra de Dios. Como dijo Salomón, orientado por el Espíritu Santo: «El que posee entendimiento ama su alma; el que guarda la inteligencia hallará el bien», Proverbios 19:8. Si usted no prioriza su alma, prioriza lo que es visible y perecible, por lo tanto, es insensato y ciego.
El Señor Jesús creó la iglesia justamente para los interesados en recibir al Espíritu Santo, quien está disponible para todos los que priorizan su alma. Usted no Lo ve, no Lo toca y no Lo siente, sin embargo, cuando Lo recibe, se vuelve la persona más feliz y completa, porque Él le da un nuevo corazón, un nuevo espíritu y una nueva vida.