No solo el Espíritu de Dios, sino también el espíritu de Satanás se han disputado cada corazón humano.
Las batallas han sido trabadas en la Tierra.
Las armas usadas son sus respectivas palabras.
Como Dios, los espíritus inmundos han usado la palabra.
La Palabra de Dios produce fe, seguridad y vida eterna;
La palabra del diablo produce dudas, deudas, inseguridad, miedo, ansiedad, preocupación, desequilibrio y muerte eterna.
Entre el Reino de Dios y el reino de Satanás están todos los seres humanos del planeta.
A causa de Su Justicia, el Señor le ha dado a cada ser humano el derecho de hacer su propia elección.
Cada persona es responsable por su propia vida y está obligada a realizar su opción cuando abandona la edad de la inocencia.
El Espíritu de Dios no impone, no obliga y no fuerza a nadie a oír y a obedecer Su Ley, Sus Mandamientos y Su Palabra.
Sus siervos están esparcidos por todas las naciones anunciando Su Palabra…
Los que en ella creen y practican, Le muestran a Dios, al diablo, al mundo y a sí mismos que eligieron el Reino de Dios.
Serán salvos.
A esos, el Señor Jesús dice:
El que tiene Mis mandamientos, y los guarda, ese es el que Me ama; y el que Me ama, será amado por Mi Padre, y Yo le amaré, y Me manifestaré a él…
El que Me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. Juan 14:21,23
Los que no creen, mientras continúen en ese estado de incredulidad, ¡YA ESTÁN CONDENADOS!
Es lo que está escrito:
… el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el Nombre del Unigénito Hijo de Dios. Juan 3:18
Y usted, lector, ¿cuál ha sido su elección hasta ahora?
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