Actualmente, es común que muchas personas estén con la cabeza llena de preocupaciones y varios problemas para resolver al mismo tiempo. Como si no bastaran las múltiples tareas y los innumerables recordatorios que sobrecargan la mente, aún existen las preocupaciones relacionadas a la casa, a la familia y a otras actividades. Cuando se dan cuenta, las personas se quejan de que su cerebro está a punto de explotar y los problemas, en lugar de ser resueltos, de hecho, están causando más confusión. Entonces, ¿qué se debe hacer?
La master coach Leila Alves explica que cuando hay mucha información y compromisos reunidos en el cerebro perdemos el blanco. Por eso, el primer paso es concentrarse solamente en una tarea para no ser interrumpido por otras. Para entrenar, deténgase por un momento entre las actividades y no llene ese tiempo de descanso con otras. “Nuestra mente es como una caja de herramientas, debe estar ordenada con información útil cuando la necesitemos. Entonces, tenemos que solucionar lo que es más importante solo para ese momento”, dijo.
En segundo lugar, es necesario realizar una planificación y trazar objetivos diariamente. “Cuando entendemos que nuestro cerebro es un cofre y que debemos guardar en él lo más preciado, automáticamente lo cuidamos con más atención. A partir del momento que usted sabe lo que quiere y dónde quiere llegar, puede programar metas todos los días para obtener ese resultado”, declara Leila.
Para poder hacer esta planificación, verifique cuál es su ritmo biológico y realice un esquema de las tareas más complejas o de los problemas más difíciles para ese momento del día en el que usted rinde más. “Pero es importante que en esos momentos la persona apague lo que hace que se distraiga”, afirma la coach.
Cabeza (des)controlada
Cuando hay una intensa actividad cerebral a causa de los pensamientos simultáneos, los neurotransmisores se desestabilizan y la ansiedad puede apoderarse de la persona. Si la mente está cansada, las neuronas se ven privadas de la cantidad adecuada de oxígeno, el metabolismo desacelera y la productividad cae. El resultado: la cabeza parece que entrará en un colapso y el cuerpo, como es dirigido por ella, siente las consecuencias.
Michelle Ribeiro, de 24 años, (foto de al lado) sufrió alrededor de un año, por los resultados de una cabeza cansada por tantas preocupaciones. Después de haber cerrado las puertas de una empresa que estuvo en actividad solo 6 meses, ella se perdió en medio de los problemas que martillaban su mente, debido a las deudas que había contraído.
Como las exigencias se convirtieron en una bola de nieve, los dilemas se mezclaban en su cabeza y Michelle no sabía por dónde empezar a resolverlos. “Era tanta presión tanta exigencia de cobros de bancos, de proveedores e información, que ya era insoportable. Parecía que mi cerebro iba a dejar de funcionar. Había momentos que me olvidaba de compromisos y los cambiaba todos los días de la semana. Comencé a perder el sueño, la paz y a tener problemas en el estómago”, cuenta.
Michelle recuerda que no supo organizar en su mente lo que era prioritario para que pudiera ver una solución. Pero cuando se dio cuenta de que los problemas estaban dejando su cabeza cada vez más cansada, tomó una actitud. “Decidí dejar de enfocarme en los obstáculos que me venían a la mente para darle un descanso a mi cerebro”, dijo.
En lugar de permanecer perdiendo el tiempo tratando de solucionar los problemas rápidamente, ella adoptó un nuevo método: compró una agenda, a la que llamó “asistente”, para escribir todo lo que era prioridad.
Para mantenerse enfocada, planeaba la noche anterior cómo sería su día siguiente y se ponía pequeñas metas que debía cumplir, paso a paso. “A la noche planeaba mi día siguiente, durante los días, la semana, y en la semana el mes. Esta táctica se tornó infalible, porque evitaba que mi cabeza se sobrecargara”, recuerda.
Además, también buscaba la dirección de Dios para poder resolver sus prioridades y mantenerse en paz ante los conflictos que surgían. “Para darle descanso a mi cerebro, dejé de mirar directamente hacia los problemas y aprendí a ver las soluciones”, explica.
Así como Michelle hizo, evalúe la forma cómo ha administrado su mente y céntrese en cada etapa de los problemas o de las tareas, sin ansiedad.
También dedíquese a los momentos de ocio, porque habrá más posibilidades de éxito en la ejecución de las actividades si usted está tranquilo.
Entienda que usted es quien controla su mente y que los minutos de su día son preciosos. Es usted quien tiene poder de dominarlos, tomando buenas decisiones para no sobrecargar el cerebro y mantenerlo siempre funcionando “a todo vapor”.
¿Cómo darle “pausas” a su cerebro?
– Defina prioridades, numerándolas de forma decreciente desde la más importante a la menos importante.
– Programe el día siguiente la noche anterior, la semana durante los días y el mes durante las semanas.
– Recompénsese a sí mismo cuando logre pequeñas metas, dándose un regalo a sí mismo con algo que le dé placer.
– Permanezca algunas horas del día sin ningún flujo de información, para reflexionar mejor.
– Reduzca el tiempo que pierde en cada ítem y establezca plazos para la realización de las tareas.
– Salga de la rutina, para poder reponer las energías y activar más sus ideas.
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