A pesar de que todas las personas pasan por días de dificultad y tristeza, esos momentos no son exhibidos en las redes sociales. En el mundo online impera la dictadura de la felicidad, en la que todos son exitosos, realizados y divertidos. Y aquellos que no se encuadran en esas características son excluidos, como si hubieran fracasado.
Ese escenario no es nuevo ni surgió con el advenimiento del internet. Este solo expuso el “vivir de apariencias”, un comportamiento por el que las personas derrochan alegría en presencia de otras, pero, en realidad, viven conflictos que solo los más íntimos conocen.
La lucha por la vida “perfecta” puede también incluir la búsqueda de símbolos de estatus. Pero lo que pocos se cuestionan es: ¿qué es esa tal felicidad? “La felicidad es un estado, algo efímero, que se construye, se mantiene por un determinado tiempo y es mutable, es decir, varía de persona a persona. Eso se debe a que tiene mucho que ver con el historial que cada uno carga en su interior para reconocer su estado como el de alguien feliz o infeliz”, explica la psicóloga Joana d’Arc Sakai.
Así, la felicidad debe ser entendida como algo no estandarizado. No todo el mundo se siente bien haciendo las mismas cosas. Somos seres individuales, con características únicas, y necesitamos respetar nuestra personalidad, en vez de ceder a los parámetros impuestos de felicidad.
Aquellos que se dejan llevar por lo que ven tienden a compararse y sienten la necesidad de conquistar lo que el otro tiene. Esa competencia puede generar frustración, tristeza, ansiedad y depresión.
BÚSQUEDA SIN FIN
¿Cuántos viven esperando el fin de semana para sentirse alegres? ¿O cuántos dicen: “Cuando consiga un trabajo seré feliz”, “cuando me asciendan estaré realizado”, “necesito casarme”, “necesito un hijo”?
Quien coloca el sentido de su vida en lo que está afuera en algún momento se da cuenta de que, con cada victoria, surge una nueva necesidad.
“Si la persona no se siente feliz con aquello que ella en teoría programó que sería, es porque ella necesita cada vez más estímulos para encontrar momentos felices. En realidad, la felicidad es buscada debido a una falta, a un vacío del alma”, dice Joana.
LA ILUSIÓN DEL CONSUMO
Según la ciencia, hay cuatro hormonas asociadas a las sensaciones de placer y de alegría: endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina. Estas son liberadas mediante estímulos como las compras. La psicóloga detalla: “Felicidad y consumo están lado a lado, sobre todo en internet. ¿Eso teóricamente trae felicidad? Trae momentáneamente, pues lo que se quiere llenar no fue hecho con lo que fue comprado. Como ese relleno no es suficiente, la persona continuará comprando. La situación causa frustración, llevando a cuadros clínicos, como trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)”.
¿DÓNDE ESTÁ?
Según el obispo Edir Macedo, para alcanzar la felicidad es necesario tomar posesión de la vida. “Mientras la persona está espiritualmente muerta en sus delitos y pecados, ¿cómo alcanzará la felicidad? Imposible. Primero, ella necesita resucitar. Y, para esto, ella tiene que buscar al Autor de la Vida”, escribió en su blog. “Mientras la persona no tenga el Espíritu de Dios, ella será infeliz, pues el Espíritu de Dios es el Creador de la vida. Dios no quiere solo hacerlo feliz, sino que quiere que usted reboce felicidad por donde pase y que no dependa de nadie para ser feliz, porque la felicidad solo viene de Dios”, dijo durante una edición del programa Palabra Amiga.
A partir de entonces, aún existirán metas y sueños, pero no estarán en primer lugar. “Si me alío a Dios, coloco mi vida en el Altar y vivo en función de Él, Él guiará mis pensamientos para que yo elija aquello que me hará feliz”, concluyó.
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