Con solo 22 años, la joven estudiante Jéssica Azevedo ya tiene mucho que decir sobre la vida, pues, durante su adolescencia, atravesó momentos de tristeza.
A pesar de haber crecido en una familia unida, y que los padres tenían buenas condiciones financieras, a los 14 años, Jéssica comenzó a sentir un vacío que no lo podía llenar nada ni nadie. “Yo me creía una adolescente fea, era muy acomplejada y necesitada. Yo no entendía el porqué de mi existencia y me preguntaba siempre el motivo de haber nacido”, recuerda.
Sin encontrar respuestas para sus inquietudes internas, Jéssica decidió llamar la atención de quien estaba a su alrededor. Para eso, ella decidió adherirse al estilo “emo”, y también pasó a buscar refugio en la música Heavy Metal y a auto mutilarse. “En la calle, las personas me miraban asustadas. Pero a mí no me importaba, porque cuanto más impactaba mi apariencia, más me gustaba”, reveló.
Jéssica también intentó llenar el vacío que sentía con una relación sentimental. Sin embargo, lo que tendría que ser un sueño, se convirtió en una pesadilla, porque, al involucrarse con un joven, ella notó que no era valorada como debía. “Yo hacía incontables sacrificios por nuestra relación, pero él no quería desagradar a los padres ni a sus amigos. Su actitud me angustiaba mucho, porque no era la prioridad en la vida de él.”
Ella logró encontrar lo que buscaba
Desesperada y ya cansada de sufrir, la joven recibió una invitación para participar en las reuniones organizadas por la Fuerza Joven de la Universal en Europa. Sin vacilar, ella aceptó la invitación y, finalmente, encontró lo que tanto buscaba: la paz interior.
“Yo era muy orgullosa, pero decidí aceptar la invitación, porque no aguantaba más vivir en aquella falsa apariencia de una persona fuerte e independiente. Cuando reconocí todo eso, comencé a cambiar por dentro. Comencé a amarme, sin tener que taparme con tantos accesorios y maquillaje. En relación a la vida sentimental, me volví más selectiva y encontré a la persona que Dios eligió para mí”, dice.
Hoy, con la vida progresando en todos los sentidos y con paz interior, Jéssica también se siente feliz en mostrar el camino de la fe a quien pasa por situaciones difíciles. “Ayudar a los otros jóvenes es una de las cosas que más me gustan hacer, porque sé lo que es estar completamente perdida. Es muy placentero ver las transformaciones de vida”, finaliza.
Si usted está pasando por una situación difícil y no sabe qué hacer, haga como Jéssica, acepte y participe en una reunión en una Universal más cercana a su casa.
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