Cuando estamos distanciados de Dios, un vacío enorme se instala en nuestra vida. Los desafíos se vuelven más difíciles y de repente no tenemos fuerza para vencerlos. Por eso es muy importante que las personas busquen el Espíritu de Dios, pues solamente Él concede la vida y por medio Suyo somos bendecidos.
Aprenda a poner en práctica cuatro actitudes que lo acercarán al Espíritu Santo y harán que sea lleno de Su presencia.
-Ayune: “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre.”, (Mateo 4:1-2).
El Señor Jesús ayunó para enfrentar el mal. El ayuno es un símbolo de negación de los deseos de la carne, para que prevalezca la voluntad del Espíritu de Dios en nuestra vida. Este representa la afirmación de que el deseo de alimentar el estómago no es más importante que el de alimentar el espíritu.
-Lea la Biblia: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”, (Josué 1:8)
La Biblia es la palabra de Dios, es por medio de ella que tomamos conocimiento de las enseñanzas y los consejos del Creador. La Escritura sagrada es el manual del cristiano, es una herramienta en la lucha contra los espíritus malignos.
-Ore: “Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.”, (Lucas 9:28-29).
La oración cambia nuestro rostro, nuestra apariencia frente a las personas, porque reflejamos la presencia del Altísimo. Por eso, cuando usted ora, el cambio es inevitable. Sin ella, la transformación no podrá suceder en nuestra vida.
-Adore: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”, (Juan 4:23). Cuando adoramos al Señor, Le demostramos nuestro amor y reverencia. Declaramos que Él es el Único Salvador y que no hay nadie más grande que Él. Nos ponemos en condición de criatura delante de Su hijo.
Incluso el Señor Jesús , cuando fue tentado en el desierto, rehusó la oferta de Satanás que le pidió adorarlo, para mostrarle a Dios Su fidelidad, dejando un ejemplo a los cristianos. La adoración es el reconocimiento de valor inestimable a Dios.