La mayoría de las mujeres que se aventuran en las dietas de la moda no tienen necesariamente exceso de peso. Muchas de ellas, sí, están disconformes con ese “rollito” que se nota en la ropa o maldicen al universo por no tener la cintura tan fina como les gustaría. La desesperación para entrar en aquel maniquí improbable hace que muchas apelen a dietas que prometen efectos rápidos – aunque tengan, muchas veces, que colocar en riesgo la propia salud.
La moda de las dietas
La nueva moda es polémica y no es para cualquiera. Creada por el empresario del Silicon Valley Dave Asprey – Exactamente lo que usted leyó: él no es médico, ni nutricionista -, la dieta más reciente siguiere sustituir la primera comida del día por la mezcla de café orgánico con una cuchara de manteca sin sal y aceite de coco. Todo sin azúcar. A pesar de la controversia, la dieta bautizada como Bulletproof conquista adeptos, en aquel grupo que eliminan los carbohidratos. El problema es que, así como otras prometen efectos estrafalarios (La dieta de la sopa, del tipo sanguíneo y los famosos batidos), la probabilidad de decepción es muy grande.
La nutricionista clínica Aline Dantas, de San Pablo, explica la ineficiencia de esas dietas. “La personas puede, incluso, perder peso, pero al volver a ingerir lo que consumía, el organismo interpreta que necesita absorber más por precaución de ausencia y el aumento de peso termina siendo mayor”, explica.
No es tan fácil como parece
El estudio “Evaluación de utilización de dietas de la moda por pacientes de un ambulatorio de especialidades en nutrición y sus implicaciones en el metabolismo”, publicado en la revista Nutrición en Foco (2010), trae consideraciones interesantes. La investigación define a las dieta de la moda como “amplia oferta de dietas que prometen una rápida pérdida de peso” y que “promueven resultados atractivos, pero carecen de fundamento científico.” Mientras, otras consecuencias nada maravillosas pueden venir en ese kit: caída del cabello, fatiga, dolor de cabeza, irregularidades menstruales, entre otras.
Hay efectos muy malos en la pérdida de peso, como la disminución de la insulina (que provoca retención de sodio en los riñones) y aumento de acetonas urinarias, que pueden llevar a la aparición de la enfermedad llamada Gota. El colesterol sanguíneo puede aumentar, provocando el desarrollo del cálculo renal y enfermedades cardiovasculares. También de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial.
Los riesgos existen
“Una paciente nos buscó con dolores de cabeza, falta de aire y adormecimiento en las extremidades. Ella estaba haciendo una dieta estricta de carbohidratos y rica en proteínas. Llegaba a consumir cinco huevos tan solo en el desayuno. Dos meses atrás, había estado en terapia intensiva cuatro días y once días más internada. Tenía Cetoacidosis (aumento de glucosa y acetona en la sangre) e Hipopotasemia (bajo nivel de potasio). Termino en un derrame pleural. Otros factores contribuyeron, pero su alimentación colaboró para empeorar el cuadro”, relata Aline.
Lo que funciona para perder peso
“No hay nada más eficiente que la reeducación alimentaria. Por eso, es importante contar con la ayuda de un nutricionista. El problema es que la mayoría de las personas quiere perder peso en muy poco tiempo, pero se trata de un proceso”, dice Aline.
Querida lectora, el mundo no es color de rosa, no existe una fórmula mágica para perder peso. Los resultados incluyen hábitos permanentes, que promuevan la salud y en los que estén incluidos todos los grupos de la pirámide alimenticia. Cereales, frutas, legumbres, verduras, lácteos, carnes, grasas y hasta los dulces, todo de acuerdo a la cantidad permitida y a la calidad, con equilibrio.
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