Muchas veces la persona dice cosas sin pensar, cosas sin espíritu, y acaba condenándose a sí misma, porque estas palabras mañana se vuelven en su contra.
Cuántos dicen palabras como: “No vivas quejándote de la posición en la que estás, porque si estás ahí es porque sembraste y estás cosechando.”
Dicen también que la injusticia no existe, y que si uno está en una determinada posición es por culpa de uno mismo, si pierde algo es porque algo está pasando, y no siempre es así.
Hay situaciones que pasamos, como desiertos, dificultades, injusticias, no porque hayamos sembrado para cosechar eso, sino porque Dios nos está preparando, moldeando, para enseñarnos y contar con nosotros para algo más grande.
Por eso, tenga cuidado con las palabras, con lo que habla.
Vea lo que dice la Biblia:
“Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.
Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.
He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo.
Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.
Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas.
He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”
Santiago 3:1-5
¡CUIDEMOS LAS PALABRAS!
Dios les bendiga
Ob. Francisco Couto