Una de las expresiones modernas de este extraño comienzo del siglo XXI es “amistad tóxica”. Esta expresión es real y siempre lo fue. Se engaña el que piensa que un amigo tóxico influencia o afecta solo a los hombres más jóvenes.
Algunos hombres, aunque no siempre lo admitan, tienden a elegir sus compañías de acuerdo con sus sentimientos.
Ellos piensan que solo por el hecho de que alguien les agrade, ya lo vuelve apto para tenerlo cerca, pero desconsideran que, a veces, este tipo de personas puede hacerles más mal que bien.
El que mira la situación desde afuera, por más que trate de alertar a esos malos escogedores de amigos, encuentra resistencia de parte de ellos. ¿Cómo prevenirse e identificar una amistad tóxica?
El amigo tóxico tiende a subestimar a los demás. Según él, nada de lo que el otro hace está bien, y reacciona de manera indiferente ante las realizaciones ajenas. En realidad, es una persona frustrada, que necesita menospreciar a los demás para sentirse superior y más fuerte que ellos. A veces, ese ser perjudicial no es solo un amigo, sino un pariente o un compañero de trabajo, por ejemplo.
Los malos consejos son una de las características de este virus en forma de persona. Es muy común ver a algunos hombres incitar a los demás a dar una “miradita inocente” a la pornografía, y a los mensajes recibidos por WhatsApp. Esto lo hacen de una manera tan fácil como ofrecer alcohol, cigarrillos y otras drogas, además de trasmitir la idea diabólicamente falsa de que “un hombre que es hombre hace eso”. No es difícil también que apoyen la infidelidad o la prostitución.
El tóxico, a veces, usa la máscara de que se preocupa por los demás y les hace el bien, pero, en realidad, solo los está envolviendo con sus tentáculos. Por eso, es necesario tener mucho cuidado con los “favores” de un sujeto como estos, la mayoría de las veces solo quiere que la víctima se sienta agradecida y deudora de algo. Recuerde: el diablo le da lo que usted quiere con una mano y, después, se lo saca con las dos, agarrando más de lo que le dio.
Entre esos tóxicos enmascarados está el que apoya todo lo que usted hace o dice, aunque esté equivocado. Es la vieja historia de hablar lo que al otro le gustaría escuchar para recibir su aprobación, abriéndole totalmente el acceso a la “presa”. Un verdadero amigo, incluso con el riesgo de que al otro no le agrade y se aparte de él, no apoya los errores y las malas conductas. Por supuesto que él apoya a la persona, pero no sus actitudes equivocadas.
También están los amigos tóxicos que no tienen esa intención. Ellos crean una dependencia emocional del otro y se vuelven, sin querer, un peso, una carga. No luchan como deberían delante de las dificultades, y crean la imagen de que el otro es el superhéroe que lo salvará para siempre. Podemos y debemos contar con la ayuda de los amigos en los momentos difíciles y tristes –como también debemos cuidarlos a ellos en el mismo caso–, pero transferirle la responsabilidad al otro es usarlo e incluso abusar de su buena voluntad.
Además, es necesario tener cuidado para no volverse un amigo tóxico sin darse cuenta.
La Biblia sigue siendo la mejor fuente de consejos contra los peligros de la vida y no dejó ese tema de lado. Hace milenios, alertó: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley del Señor está su delicia, y en Su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará. No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento.” (Salmos 1:1-4).