La palabra “sabra” en Israel tiene dos significados. El primero deriva de “tzabar”, en árabe, para designar los frutos de un cactus muy común por todo el territorio israelita. Además de consumirse al natural, es posible producir jugos y jaleas de su dulce pulpa.
El término “sabra”, también se refiere al carácter israelita, fue impuesto por el periodista Uri Kesari, en su ensayo de 1931 “Somos las hojas del Sabra”. Con la creación del Estado de Israel, en 1948, la primera generación de judíos nacidos en el territorio oficial, era de hijos de inmigrantes de las más diversas nacionalidades.
El Estado de Israel era la realización de un sueño, para que al fin pudieran tener un lugar para llamar “casa”, después de los horrores vividos durante el 3º Reich de Hitler (la Alemania racista).
Por lo tanto, esa generación pos-holocausto, tenía conciencia de su responsabilidad: construir un estado desde cero y defenderlo en todas sus fronteras que, dígase de paso, estaban compuesta en su mayoría por enemigos.
De esta manera, nacía el “sabra”, o el israelita listo para enfrentar las mayores dificultades en el nombre de un sueño; siempre mostrándose duro y resistente. Muchas veces bruto, rudo y áspero.
Los israelitas son muy poco formales pero bastante sinceros. Eso revela mucho acerca de ellos, ya que la sinceridad es una virtud.
Por ese motivo, es que la “sabra” se da como referencia de los israelitas; quien come el fruto de un cactus sabe que necesita tener cuidado para no lastimarse las manos. Si usted logra atravesar las espinas de un israelita, encontrará un fruto dulce y sabroso y verá que valió la pena el esfuerzo.
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