Todos los días es necesario hacer elecciones. Y son estas elecciones las que determinarán el rumbo de su vida, quién usted es y será.
Medite en esta historia:
Cierto hombre estaba andando tranquilamente cuando fue atropellado y muere.
Su alma llega al Paraíso y se depara con un ángel en la entrada.
“Bienvenido al Paraíso”, dice el ángel. “Antes de que entre, necesito explicarle el protocolo de la casa: usted pasa un día en el infierno y un día en el Paraíso. Entonces puede elegir dónde quiere pasar la Eternidad.”
“No es necesario, ya lo decidí. Quiero quedarme en el Paraíso”, dice el hombre.
“Disculpe, pero tenemos nuestras reglas.”
Así, el ángel lo acompaña hasta el ascensor y él desciende, desciende, desciende hasta el infierno. La puerta se abre y él se ve en el medio de un lindo campo de golf. Al fondo un club, donde están varias personas divirtiéndose, con bellas mujeres y bebidas.
Él es saludado, abrazado por viejos amigos y ellos comienzan a hablar sobre los buenos tiempos. Todos muy felices. Juegan un partido relajados y después comen langostas y caviar.
Quién también está presente es el diablo, un hombre muy amigable, que pasa todo el tiempo bailando y contando chistes.
Ellos se divierten tanto que antes que el hombre lo note ya es hora de irse. Todos se despiden de él con abrazos y lo saludan mientras el ascensor sube.
Él sube, sube, sube y la puerta se abre otra vez. El ángel lo está esperando.
Ahora es el turno de visitar el Paraíso.
Él pasa 24 horas junto a un grupo de almas contentas, que andan de nube en nube, tocando arpas y cantando. Todo va muy bien y, antes de que él lo note, el día se termina y el ángel vuelve.
“¿Y entonces? Usted pasó un día en el infierno y un día en el Paraíso. Ahora elija su morada eterna. Pero, piénselo bien, pues la elección que tome no tendrá vuelta atrás.”
Él piensa un minuto y responde: ” Mire, el Paraíso es muy bueno, pero mejor me voy a quedar en el infierno. No tengo nada en contra del cielo, pero aquí es muy tranquilo. Me identifiqué más con el infierno.”
Entonces, el ángel lo lleva de vuelta al ascensor y él desciende, desciende, desciende hasta el infierno.
La puerta se abre y él ve algo totalmente diferente. No había césped, ni bebidas, mujeres o amigos. Estaba todo quemándose, cosas extrañas sucedían en aquel lugar. Era un tormento.
El diablo, ya no tan amigable, va al encuentro del hombre y pasa el brazo por el hombro de él.
“No entiendo”, titubea el hombre. “Ayer estuve aquí y había un campo de golf, un club, langosta, caviar, mujeres, bebidas, y nosotros bailamos y nos divertimos todo el tiempo. Ahora solo veo sufrimiento, tormento y agonía.”
El diablo lo mira, sonríe irónicamente, y dice: “Ayer estábamos en campaña. Ahora ya conseguimos su voto.”
El diablo ha engañado a muchas personas de esta manera. Muestra todo el brillo de este mundo, lleva a las personas a que actúen por la emoción e intenta de todas las formas hacerlas perder el enfoque de la Salvación. En este pasaje bíblico vemos la acción del diablo y la elección del Señor Jesús:
“Otra vez el diablo Le llevó a un monte muy alto, y Le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y Le dijo: Todo esto Te daré, si postrándote me adoras. Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: “Al Señor tu Dios adoraras, y solo a Él Le servirás.” Mateo 4:8-10
En la historia que usted leyó, el hombre pudo elegir dónde pasaría la Eternidad cuando supuestamente llegó al cielo. En la vida real, la elección es hecha todos los días, y una decisión equivocada puede cambiar el rumbo de su vida para siempre.
El diablo mantiene una campaña constante, y hasta su último suspiro de vida no desistirá de conseguir su voto.
“Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclaman el alma; y ahora, ¿para quién será lo que has provisto?” Lucas 12:20
¿Para quién ha preparado su alma usted? ¿A quién decidió votar?
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