Micaela comenzó a consumir marihuana, alcohol y cigarrillos a los doce años. Esa situación trajo como consecuencia otros problemas. Ella recuerda: “Tuve amistades que me llevaron a conocer la prostitución y los boliches. Estuve involucrada durante seis años en los vicios. A raíz de eso, tenía pesadillas, veía sombras, no podía dormir de noche, necesitaba consumir todo el tiempo”.
“Más tarde, a causa de los vicios, le fui infiel a mi esposo y él me fue infiel a mí. Sufría de ataques de pánico y nerviosismo. Discutíamos por la situación económica. Todo eso nos llevaba a las peleas y los golpes. Y nuestro hijo también sufría los golpes y el maltrato. Esa situación me hizo tocar el fondo del pozo”, señala.
“Conocí el tratamiento gracias a la invitación de mi mamá, que vio la situación en la que estaba”, relata Micaela y agrega: “Yo accedí, perseveré en el tratamiento y me liberé de los vicios.
No fue fácil, pero perseveré porque yo ya no quería esa vida. No quería perder mi matrimonio a causa de los vicios. Dejé la marihuana, el alcohol y el cigarrillo. Dios me hizo libre de los tormentos que vivía, de los ataques de pánico y de la depresión”.
Hoy su vida es diferente. “Me encuentro totalmente libre de los vicios. Puedo tener esa felicidad que antes no tenía. En el tratamiento recibí contención y ayuda, que era lo que necesitaba”, subraya.
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