Carmen Bogado no sabía lo lejos que estaba de Dios: “Yo siempre tuve mucha angustia, siempre me desvalorizaba, tenía complejo de inferioridad. Ya estaba en la Universal, pero durante diez años estuve perdida dentro de la iglesia, no tenía ningún compromiso con Dios. El vacío que tenía era tan grande que buscaba cualquier compañía. Me acostaba angustiada y me despertaba peor, era muy nerviosa, me temblaban las manos. Tuve una relación con alguien que estaba comprometido con otra persona, eso me llevó a una angustia terrible y caí en depresión.
Hasta que un día entendí que mi relación con esa persona me hacía mal; ese día me volví a Dios y desde ese momento mi vida cambió. Todo en mi interior fue cambiando. Dejé de sentir paz, para tener paz. Dejé de sentirme alegre para estar alegre. Cambiaron mis actitudes, mi comportamiento, me volví más segura, mis complejos quedaron a un lado y el nerviosismo desapareció. Todo se transformó, volví a nacer”.
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