El pasado 14 de septiembre, en la bellísima playa del Edén en Atenas – cuyo nombre remite al lugar en el que el hombre se separó de Dios por su propia voluntad – recibió a personas que también, por libre y espontánea voluntad, tomaron la decisión de conectarse con el Creador por medio del bautismo en las aguas.
Momentos antes de la ceremonia, el pastor responsable de la Universal en Grecia, James Alves, inspirado en el contenido del libro “En los Pasos de Jesús”, de obispo Edir Macedo, le explicó a los candidatos al bautismo sobre el valor del acto y también aclaró dudas respecto al siguiente tema: “Cuando la persona es bautizada, se convierte en un discípulo de Cristo, no es un simple seguidor… Una de las muchas diferencias es que el discípulo vive en la disciplina del Reino de Dios.”
Turistas, trabajadores y habitantes de la región intentaron entender lo que estaba sucediendo en el lugar, pero para ellos el hecho de ver personas vestidas con túnicas, entrando y saliendo del agua, con la felicidad estampada en sus rostros era algo diferente a todo lo que habían visto antes. Eso fue porque la decisión significó a un gran recomienzo para los que se dispusieron dejar un pasado de pecados y vivir de aquel momento en adelante, una verdadera alianza con Dios.
Uno de los ejemplos es Elizabeth Munyua, quien quiso contar su gran alegría. “Mi bautismo en la playa del Edén fue algo inolvidable porque nunca viví algo parecido, en toda mi vida. Entendí que todo mi pasado quedó sepultado en aquellas aguas y comencé una nueva vida. Yo era alguien que guardaba mucho resentimiento y tenía un temperamento horrible. Pero, después del bautismo, todo eso quedó en el pasado. Ahora estoy haciendo el Ayuno de Daniel con todas mis fuerzas porque quiero aquello que hoy sé que es lo más precioso que puedo tener en la vida: el Espíritu Santo. Tengo certeza absoluta de que si no fuera por la Universal en Atenas, donde encontré al Dios Vivo, ahora estaría en el infierno”, afirmó.