La escena comienza en una casa de lujo cuyo dueño es un soltero millonario que se gana la vida escribiendo jingles (melodías) para comerciales de televisión. Su estilo de vida es marcado por bebidas, drogas y mujeres. En la casa también viven su hermano, que es divorciado, y su sobrino, que presencia a su tío diariamente alcoholizado y con diferentes mujeres.
Este sobrino es representado en la serie “Two and a Half Men” por el actor americano Angus T. Jones, que recientemente declaró en una red de TV local que abandonaría el programa porque no aguantaba más vivir como un “hipócrita pago”. Llegó a esa conclusión después de haber reencontrado su fe en Dios y haber aceptado una nueva vida, con nuevos valores. “Por favor, si usted la ve, deje de hacerlo. Estoy adentro de la serie y no quiero estarlo. Por favor, deje de llenar su cabeza con esa tontería”, afirmó Jones, que hasta el 2013 era el actor joven con el mayor salario de los Estados Unidos y ganaba US$ 300 mil por episodio.
Para él, el dinero no valía el mal que les hacía a las personas por medio de su personaje y era ilógico conciliar los buenos principios que adquirió por medio de su nueva fe con los malos ejemplos que representaba en la serie. “Dicen que es entretenimiento, pero haga una investigación por cuenta propia sobre los efectos de la televisión en su cerebro y logrará formar una opinión. Las noticias no serán nada buenas”, concluyó el actor.
Nuestro cerebro funciona como una computadora
La psicóloga Denise Moreno explica que somos constantemente influenciados, eso es porque la mente humana funciona de modo muy similar al de una computadora. “¿Ya se dio cuenta de que cuanto más programas descargamos en la computadora, se hace más lento? ¿Ya se dio cuenta de que varios downloads que usted hizo en la web le trajeron virus a su computadora? Lo mismo ocurre con nuestra mente: el cerebro retiene informaciones ilimitadas, entonces nuestro comportamiento es resultado del contenido que absorbemos”, afirma la especialista.
Siendo así, la población es fácilmente manipulada por todo lo que es exhibido en la pantalla pequeña, sea por un comercial que promete ilusiones, sea por una película que trae la idea de perfección o una novela que estandariza comportamientos, moda, belleza, etc. Un estudio reciente hecho por la Universidad de Taubaté (UNITAU) reveló que los medios televisivos influencian directamente en la formación de la identidad del adolescente, en el consumo de ropa y de productos electrónicos y también en sus relaciones con su familia y con sus amigos.
Historia que asusta
La ama de casa Raquel Cristina Sant’ Helena, de 35 años, es una prueba. Desde niña, tenía el hábito de ver novelas y, cuando ya tenía 13, una en especial llamó su atención. “Quería ser igual a la protagonista de esa trama en todos los sentidos: en la vestimenta, en el cabello, en el maquillaje y en el comportamiento. Llegué a aprender a cantar con las canciones en inglés que ella cantaba en la novela”, cuenta Raquel.
El personaje que la influenció era una cantante de rock que vendió su alma a un vampiro para brillar en su carrera y con el éxito de ese pacto conquistó la fama. Hipnotizada con la historia, Raquel la incorporó a la vida real y hasta su familia se asustó. “Ellos tenían vergüenza de verme vestida con esa ropa. Parecía una bruja, siempre con ropa negra, apretada, de la cabeza a los pies – iguales a las del personaje. Además de eso, comencé en esa época a ser muy rebelde, a profundizarme en las noches, en las relaciones pasajeras y lo peor fue que me hice adicta al alcohol”, revela.
Después de meses llevando una vida que no era la de ella, Raquel llegó al punto de intentar suicidarse. “Vestida, maquillada y con el pelo arreglado igual al personaje de la trama, decidí quitarme la vida, ya que era algo que tenía ganas y como “estaba en un personaje” tomé coraje. Pero gracias a Dios no funcionó. La puerta de acceso al lugar donde me iba a tirar estaba trancada”, relata la ama de casa. Desde ese día en adelante, reconoció que necesitaba ayuda y, por medio de la fe, consiguió poco a poco librarse de esa triste realidad en la que estaba inmersa.
Hoy, casada y con una hija de 3 años, lleva una vida real. “No vivo más de fantasía, no vivo más a merced de mis emociones y sentimientos, no me baso más en la comparación con la historia de personajes científicos, ni aun de personas reales o de la vida de las celebridades. Vivo mi vida y escribo mi propia historia”, completa la ama de casa.
Desconéctese de la inutilidad y aproveche su tiempo
– Por la mañana escriba las tareas que pretende realizar durante el día.
– Valorice los contactos personales con amigos y familiares.
– Realice actividades al aire libre.
– Incluya ejercicios físicos en su rutina.
– Elija un hobby y dedíquese a él como mínimo una vez por semana.
– Al utilizar Internet, sea breve y objetivo.
– Evite ver televisión o acceder a Internet poco antes de dormir.
– Evite curiosidades sobre la vida ajena, enfóquese en usted.
– Al ver la televisión elija programas que añadan algo a su vida profesional o personal.
– Desarrolle proyectos e invierta en ellos todos los días.
Denise Moreno es graduada en psicología clínica y especialista en clínica psicoanalítica y en neurociencias de la rehabilitación.
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