Leer detenidamente las Sagradas Escrituras nos hace reflexionar, entre otras cosas, acerca de la vida de los grandes hombres y mujeres de fe: sus prodigios, sus desafíos, sus luchas personales, sus victorias.
Sin embargo, todos ellos tenían algo en común que los hacía diferentes a los ojos de Dios: disposición. Esta aptitud, por lo tanto, es lo que la hace que el Altísimo elija a una persona para cumplir un determinado propósito.
Observe lo que dice la Palabra de Dios:
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.” Mateo 11:12
En otras palabras, la Salvación se conquista a través de la disposición para hacer la voluntad del Señor Jesús y sacrificar los deseos del corazón. Por supuesto que no es fácil, porque para eso el ser humano deberá ir en contra de su naturaleza carnal. No obstante, todas las renuncias serán recompensadas en la Vida Eterna. ¡Eso es vivir por la fe!
Lamentablemente, en la actualidad, muchas personas tienen disposición para “disfrutar” de las cosas de este mundo o para hacer lo que está mal, pero no para leer la Biblia, orar, ir a la iglesia, perdonar, mirar con buenos ojos o decir la verdad.
Si usted entendió que la disposición es fundamental para ser salvo, reflexione si realmente se ha dispuesto a agradar a Dios o a sí mismo.