El emotivo tiene fe emotiva. Se mantiene alma viviente, como el primer hombre.
“Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente…” 1 Corintios 15:45
Por eso tiene sed de sentir la Presencia de Dios.
Normalmente, al buscar el Espíritu de Dios, el emotivo se rinde a las emociones de la música sacra y se deja llevar por ella. No piensa, solo siente. Cae en llanto, piensa que es el Espíritu Santo, solo porque siente fuertes emociones. Si habla en lenguas, se convence de que fue bautizado…
Quiere decir, el emotivo se deja encantar y se entrega a las emociones del ambiente emocional. Por eso mucha gente ha sido engañada por el propio corazón aliado al espíritu del engaño.
Claro, no sabe que ha sido engañada y se mantiene firme en ese supuesto “bautismo”. Solo descubrirá que ha sido engañada con el tiempo, cuando compruebe que su calidad de vida no cambió. Continúa siendo la misma criatura, conviviendo con el tipo de vida del pasado. Sus sensaciones de vacío de alma continúan cada vez más constantes…
Por otro lado, Dios ha ofrecido la fe inteligente, la fe que piensa y busca respuestas, de acuerdo con las Promesas bíblicas. Esa fe racional pesa, evalúa, verifica, busca y exige lo que está escrito, seguido de actitudes de obediencia a las Sagradas Escrituras. Es decir, abandonando toda la suciedad de su pecado.
A partir de entonces, con sed y hambre de conocerlo, se entrega al clamor sincero por el Espíritu Santo prometido por el Señor Jesús con todas sus fuerzas delante del Altar. Al recibir el Espíritu de Dios es hecha espíritu vivificante, como el Señor Jesucristo.
“… el postrer Adán (Jesús), espíritu vivificante.” 1 Corintios 15:45