Según el último informe del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo (Cefid), -integrado por el Banco Nación, Provincia de Buenos Aires, el BICE y el Banco Credicoop- las familias optaron, en diciembre último, por incrementar la toma de deuda con las entidades financieras, a través de préstamos personales en pesos o bien con tarjetas de crédito.
Tras relevar datos aportados por el Banco Central, la Cefid indicó que la expansión de los créditos a las familias durante el cierre de 2012 se explicó “fundamentalmente” por la financiación del saldo de tarjetas de crédito, que aumentaron en un 3,7 por ciento, a razón de unos 2000 millones de pesos intermensuales, y en “menor medida”, por los préstamos personales, que crecieron un 2 por ciento en su monto, a razón de 1546 millones.
¿Por qué será que ese número aumenta a cada día más?
Primero, las personas perdieron el parámetro de lo que es bueno; entonces si el otro tiene, yo también puedo tener. Segundo, cada día aumenta más el deseo de tener, el deseo exacerbado de ganancia en las personas. Tercero, la humildad está en extinción. Las personas no admiten cambiar el patrón de su vida al perder el empleo, por ejemplo, y, cada vez, aumentan más sus deudas como parte del proyecto para mantenerse en la plataforma económica alcanzada.
Claro que hay otros motivos además de esos, que no están enumerados en orden de prioridad ni crecimiento. Pero esos son los principales y los más observados en la sociedad.
La Palabra dice que es mejor que quedarse mirando que codiciar aquello que no se tiene, ya que eso es perder tiempo de vida.
“Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo, su deseo no se sacia. Más vale lo que ven los ojos que un deseo que pasa. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.” Eclesiastés 6:7 y 9.
En esa parte, la Biblia deja claro que el hombre nunca está satisfecho con aquello que recibe por su trabajo. Eso justifica el deseo incesante por cosas que pueden ponerlo en una posición diferenciada frente a la sociedad.
Las personas están con miedo de enfrentar la realidad. Cuando pierden el empleo, pierden con éste el poder adquisitivo y el estatus frente a los familiares y amigos. Claro que no es fácil enfrentar todos los cambios tan repentinamente, pero, si actuaran con moderación, no tendrían más deudas para mantener su imagen intacta frente a todos.
El equilibrio es importante para que la deuda no entre en las casas a escondidas.
¿Cómo resolver esa cuestión?
Los especialistas dicen que es importante no comprometer toda la renta. Por eso, ponga sus gastos bajo la lupa y dele prioridad a lo que es más urgente. Si fuera posible, también deje una reserva: nunca se sabe cuándo se puede precisar. Sea moderado en los gastos, no salga por ahí comprando todo lo que quiera. Si su hijo desea algo, converse con él sobre el mejor momento para adquirir lo que quiere. ¡No se desespere! Controle sus sentimientos y piense en la mejor manera posible para resolver cada atraso y busque no endeudarse para cubrir otros gastos.