Nottingham, en el centro este de Inglaterra, es muy conocida como la tierra de Robin Hood, el “Príncipe de los Ladrones”, que robaba a aquellos que abusaban del poder y cobraban impuestos exagerados en su época.
Pero lo que recientemente han intentado robar en las calles de esta ciudad fue la dignidad de una mujer.
Sarah Teale, reportera de la red británica BBC, estaba haciendo un informe para la TV, hablando sobre un asunto que se refería a la falta de respeto hacia la mujer en lugares públicos, cuando un hombre que pasaba por el lugar de la grabación, le dijo comentarios obscenos en voz alta y clara.
La periodista no ocultó su expresión de indignación y decepción por el absurdo que acababa de suceder.
El video fue viral en las redes sociales y en sitios de noticias. Aunque Sarah haya conquistado notoriedad por lo ocurrido, ella desconsideró la fama y prefirió destacar la indignación que sintió. “No es una broma, no es gracioso y nadie debería soportar esto”, comentó.
El caso de la británica agredida descaradamente mientras trabajaba (y millones de personas lo vieron por televisión) es solo uno más de los que ocurren todos los días en la mayoría de los países del mundo. Fue un insulto verbal, lo que no disminuye el absurdo de la cuestión. Además, insultos, bromas y ofensas son tan agresivas como una acción física contra la mujer. Es violencia y es tan grave como la física.
En pleno siglo 21, hay hombres que siguen creyendo que tienen el derecho de ofender a una mujer, incluso en público, como si eso fuera la cosa más normal del mundo. Como si fuera una prerrogativa que solo cabe a ellos por el hecho de ser del sexo masculino. Un “derecho adquirido”. Pero ¿qué derecho es ese que autoriza y justifica una agresión?
Cuando se trata de libertad de expresión, muchos se olvidan de que la misma tiene límites, y ellos comienzan exactamente en esa línea en la que lo dicho puede ofender a alguien. Es la vieja regla, que inclusive forma parte de las leyes de casi todas las sociedades del mundo: su derecho termina donde comienza el de su prójimo, así de simple.
Delito
Algunos países ya discuten en el ámbito jurídico, si este tipo de acoso puede ser identificado como delito. Como en Brasil. Por ejemplo, la ley brasileña ya se ha encargado de esto. Según el Código Penal de este país son contravenciones la importunación ofensiva al pudor (molestar a alguien en un lugar público, como insultar de una manera que hiera el pudor de una mujer, tiene una multa), así como la perturbación de la tranquilidad (importunar o perturbar a alguien, tiene una pena de detención o multa).
También de acuerdo con el mismo Código, el insulto es un delito (insultar a alguien ofendiendo su dignidad y su honor de manera muy grave, tiene pena de prisión o una multa).
Resumiendo: si un hombre agrede a una mujer en la calle, diciéndole obscenidades o la toca sin su consentimiento, puede ser denunciado y pagar por lo que hizo. Al actuar de esta manera, el hombre pone a la mujer en un nivel de objeto.
Y usted, ¿todavía duda de que esto sea un delito? Quien lo comete debe asumir las consecuencias.
Esta clase de violencia se debe combatir a toda costa. Piense en esto y recuerde que el respeto es indispensable. A fin de cuentas, todos merecen ser tratados con dignidad.
Comience el cambio
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