Entre tantos defectos que el ser humano tiene, uno es el de consultar a Dios como último recurso. La mayoría de las personas intenta, con su propia capacidad, resolver sus problemas. Buscan a especialistas, leen libros, confían en su formación o en la ayuda de algún contacto fuerte. No es que esté mal, pero hacen de eso su prioridad para conseguir lo que quieren. Y si todo sale mal, recurren a Dios. Es como si dijeran: “Dios, deja, yo puedo arreglarme solo, puedo hacer eso solo. Si es necesario yo Te llamo.”
Esa actitud hasta puede esperarse de personas incrédulas, pero si usted se considera un cristiano, quiere decir que tiene una alianza con Dios. Él no es Alguien para ser llamado en último caso, sino para participar de todas las etapas de cualquier plan: desde la idea, la planificación, la ejecución y, por último, para recibir la gloria, ya que es Él quien da todo el apoyo y las condiciones para que cualquier cosa tenga éxito. Al dejarlo como segunda opción, usted rompe su alianza con Él y el fracaso es seguro. Porque si usted despreció la dirección del Único que puede ayudarlo, ¿cómo espera tener éxito?
Por lo tanto, busque en la Palabra de Dios la dirección para resolver o realizar algo. Consúltelo antes de hacer cualquier cosa y no después.
En la Reunión del Congreso para el Progreso, el obispo Edson Costa se refirió al tema, lea a continuación:
“Déjeme que le explique la importancia de que usted confíe en Dios en primer lugar, Él tiene que ser el primero, no el segundo, el tercero ni el cuarto, Él tiene que ser su primera opción, generalmente dejamos a Dios como última opción, después de que intentamos todo es cuando nos dirigimos hacia Dios, Él tiene que ser nuestra primera opción. Si usted se despertó, Él tiene que ser su primera opción; si tiene que hacer un negocio, Dios tiene que ser su primera opción, si va a tomar una decisión en su vida, Dios tiene que ser su primera opción”, enseñó el obispo. La Biblia relata en 2 Reyes 3:7-18 que un rey de Israel fue amenazado por otro rey y él, en vez de pedir la dirección a Dios, actuó según su parecer, se unió a otros reyes y vea a continuación lo que sucedió:
“Y fue y envió a decir a Josafat rey de Judá: El rey de Moab se ha rebelado contra mí: ¿irás tú conmigo a la guerra contra Moab? Y él respondió: Iré, porque yo soy como tú; mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como los tuyos.” (2 Reyes 3:7)
“Y dijo: ¿Por qué camino iremos? Y él respondió: Por el camino del desierto de Edom. Salieron, pues, el rey de Israel, el rey de Judá, y el rey de Edom; y como anduvieron rodeando por el desierto siete días de camino, les faltó agua para el ejército, y para las bestias que los seguían.
Entonces el rey de Israel dijo: ¡Ah! Que ha llamado el Señor a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.” (2 Reyes 3:8-9-10)
Aquí podemos ver que por la imprudencia del rey de no tener a Dios como su primera opción para pedir Su dirección y por ende actuar por su propia cuenta, por más que tuvieran todas las condiciones para poder vencer la batalla, les faltó algo sumamente esencial, el agua.
El rey al ver esta situación, se acordó de Dios y dijo:
Mas Josafat dijo: ¿No hay aquí profeta del Señor, para que consultemos al Señor por medio de él? Y uno de los siervos del rey de Israel respondió y dijo: Aquí está Eliseo hijo de Safat, que servía a Elías.
Y Josafat dijo: Este tendrá palabra del Señor. Y descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Edom.
Entonces Eliseo dijo al rey de Israel: ¿Qué tengo yo contigo? Ve a los profetas de tu padre, y a los profetas de tu madre. Y el rey de Israel le respondió: No; porque el Señor ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas.
Y Eliseo dijo: Vive el Señor de los Ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti, ni te viera.
Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano del Señor vino sobre Eliseo, quien dijo: Así ha dicho el Señor: Haced en este valle muchos estanques. (2 Reyes 3:11-12-13-14-15-16)
A ellos les quedaba obedecer y creer en la dirección del profeta de Dios, una orden que parecía absurda, pero vean el resultado:
“Porque el Señor ha dicho así: No veréis viento, ni veréis lluvia; pero este valle será lleno de agua, y beberéis vosotros, y vuestras bestias y vuestros ganados.
Y esto es cosa ligera en los ojos del Señor; entregará también a los moabitas en vuestras manos.” (2 Reyes 3:17)
Vemos aquí que cuando se pide la dirección de Dios primero, por más absurdas que parezcan Sus orientaciones, si obedecemos y creemos siempre tendremos éxito en lo que hagamos.
Si usted necesita una dirección para vencer, entonces participe, todos los lunes a las 8, 10, 16 y 20h, del Congreso para el Progreso, una reunión especial dedicada a abrir la visión con respecto a la vida económica. La misma se realiza en el Templo de la Fe, en Almagro, Av. Corrientes 4070, y en las Universal. Ingrese aquí para encontrar la iglesia más cercana a su domicilio.
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