Dios espera que los que Lo buscan sean el sacrificio vivo, santo y agradable, por medio de su culto racional, y no por una fe religiosa, emotiva o sentimental, que se deja dominar por lo que siente, por lo que los demás hacen o por las conquistas que obtienen. Por eso, hay quienes se vuelven soberbios, ingratos y egoístas.
Pero Dios tiene un plan maravilloso para cada persona, y este plan es de realización espiritual, emocional, familiar, que se refleja a todos a su alrededor.
Jesús declaró:
«Vosotros sois la sal de la tierra».
Los que siguen a Jesús tienen que dar sabor. La sal sirve básicamente para tres cosas: dar sabor, conservar y dar vigor, fuerza.
Por lo tanto, cuando Jesús dijo que somos la sal de la tierra, quiso decir que, como seguidores de Él, tendríamos que dar sabor. Si en los demás no hay amor, fe, misericordia, esperanza, en nosotros sí.
Hay personas que, por no tener visión espiritual, no reconocen el valor del cristiano, lo importante que es, pero esto se debe a que ni ellas mismas se valoran, aún no tuvieron una experiencia personal con Dios. De esta manera, es comprensible el motivo por el cual la familia o la sociedad lo desprecia. Pero a largo plazo todo va a cambiar porque el verdadero cristiano no solo habla de Jesús, sino que vive según Su Palabra, y eso es lo que hace la diferencia, el Espíritu Santo en el interior de esa persona.
El sueño de Dios es decirle al ser humano lo siguiente:
«… Este es Mi Hijo amado en quien Me he complacido»
Para que esto suceda, es necesario que esa persona se ofrezca a él, como está escrito en en Romanos 12:1:
«Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional».
El Espíritu Santo, a través de Pablo, les exhorta a los romanos a entender que, ahora que conocían la verdad, nada los podía detener.
En otras palabras, ahora que la persona dice que Le entregó su vida a Jesús y abandonó el pecado, bautizándose en las aguas, sepultando la vieja vida, para vivir en novedad de vida, ya no debe dejarse influenciar por los sentimientos, las malas actitudes, intimidarse por los problemas o incluso desistir de seguir en la fe a causa de las decepciones que sufre.
Siempre habrá malos ejemplos, sin embargo, no podemos cometer los errores que otros cometieron, como regresar a la antigua vida, a las viejas costumbres o despreciar lo más importante, la Salvación, el Altar, desviándonos y buscando posición, reconocimiento o estatus social.
Debemos tener la conciencia de rogar por las misericordias de Dios. Él fue misericordioso en varias oportunidades con nosotros, nos perdonó, corrigió, disciplinó y exhortó. Además, envió a Su Hijo por Sus misericordias, por eso debemos ser agradecidos con Él.
Pero ¿cómo valorar esas misericordias? Mirándonos a nosotros mismos y analizando en qué podemos cambiar y mejorar, ya sea como hijos, hermanos, cónyuges, ciudadanos, en fin, como cristianos.
¿Qué debemos dejar de hacer? ¿En qué nivel estamos espiritualmente hablando? ¿Hemos sido agradecidos con Dios por Sus misericordias? Siendo así, presentaremos nuestros cuerpos como sacrificio vivo:
«Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto».
Es necesario que tengamos la conciencia de que somos espíritu vivificante, hijos de Dios, con inclinaciones, deseos, pero no nos dejamos dominar por nada de eso, porque ahora con el Espíritu Santo en nuestro interior tenemos poder, vida, por eso somos espíritu vivificante. En otras palabras, damos vida y no nos entregamos a lo que sentimos, sino a lo que está escrito en las Sagradas Escrituras. Creemos, obedecemos y confiamos. Somos equilibrados, definidos, fuertes y humildes, por eso somos «santos», porque fuimos separados para Dios, y nuestra alma es la que más se beneficia a través de esta entrega.
Participá este domingo a las 9:30 h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más próxima a vos. Otros horarios: 7 y 18 h.