Sacerdotes son todos los que ofrecen sacrificios a Dios. Si usted hace un ayuno es una ofrenda por su vida espiritual:
“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, Soy Yo padre, ¿dónde está Mi honra? y si Soy Señor, ¿dónde está Mi temor? dice el Señor de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis Mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado Tu nombre? En que ofrecéis sobre Mi Altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué Te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa del Señor es despreciable.”, (Malaquías 1:6-7).
Dios está pidiendo la honra que merece. Él no le está hablando a personas que no ofrecen nada, sino que reclama por la forma en que se está ofreciendo.
Dios estaba reclamando porque se ofrecía pan inmundo. Eso es lo mismo que cuando una persona ofrece algo de cualquier manera. Cuando usted se propone orar, ayunar, pero lo hace mal.
“Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice el Señor de los ejércitos.”, (Malaquías 1:8).
Dios está pidiendo temor, no es miedo, es respeto hacia Sus cosas. Muchos no lo tienen, pero después se quejan de que no les responde. Los que tienen temor ofrecen lo mejor.
“Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice el Señor de los ejércitos.”, (Malaquías 1:9).
Dios es detallista y quiere que se le ofrezca con temor. Él exige que tengan reverencia. No se lo puede ver, pero Él está entre nosotros. Pensemos si estamos ofreciendo con temor, con respeto. “Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica al Señor lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice el Señor de los ejércitos, y Mi nombre es temible entre las naciones.”, (Malaquías 1:14).
Si vivimos en obediencia y temor seremos muy bendecidos. Nadie más que nosotros es reponsable por lo que le ofrecemos a Dios.