“Además, habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: Hijo mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por El;” Hebreos 12.5
Aunque somos pecadores y llenos de fallos, Dios nos ama y nos trata como sus hijos. Él pacientemente nos enseña Su Disciplina y nos pide que lo aceptemos y obedezcamos por nuestro propio bien.