“Es para vuestra corrección que perseveráis; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?” Hebreos 12.7
Ser tratado como hijo de Dios es un privilegio sin fin. Si somos hijos, debemos someternos a Su Disciplina y a sus Leyes con mucho temor y fervor, para cumplir Su Voluntad, en la fe inteligente.