Un domingo bendecido en el que recibimos el Aceite con la Unción de la Respuesta y la tarjeta de los 7 Poderes del Padre Nuestro, dando inicio a este propósito.
Si querés recibir estos 7 poderes, acercate a la Universal más cercana a vos.
El 1.º Poder del Padre nuestro lo encontramos en la oración que Jesús les enseño a Sus discípulos y a Sus seguidores, cuando dijo que, al orar, nos pusiéramos en el lugar que Dios desea que todos los seres humanos ocupemos y asumamos.
No el de miembro de una iglesia o de una religión, no el de una posición social o de un estatus eclesiástico, sino la posición de hijo, independientemente de la clase social, de la nacionalidad o de la cantidad de conocimiento bíblico o humano que poseamos.
Y oraréis así:
“Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu Nombre…”. Mateo 6:9
Para poder llamar a Dios de Padre, tengo que ser un hijo.
¿Quién puede llamarme padre? ¿Cualquiera? No. Solo mis hijos. Solo usted puede decirles padres a sus padres, su vecino o su primo no pueden, es algo muy íntimo y personal.
Entonces, el 1.º Poder del Padre nuestro es asumir la posición de hijo. Esta no es una idea inteligente y buena, ni una sugerencia, sino una orden del Señor Jesús, usted debe asumir su posición de hijo porque nadie puede hacerlo por usted.
Él no nos obliga a ser generosos, obedientes y agradecidos, esas son cualidades que cada uno tiene que cultivar en su interior. Para algunos es un proceso más fácil y para otros es más difícil, pero todos los seres humanos pueden y deben hacerse hijos de Dios.
¿No somos todos hijos de Dios? Lamentablemente, tristemente, ¡NO!
Jesús dijo que existen los hijos de la Luz y los hijos de las tinieblas, del diablo, aunque no sea agradable es la verdad. Por eso Él enseña este 1.º Poder, al decir que Lo llamemos Padre, para que asumamos la posición de hijo, pero que seamos conscientes de que Él es quien está en el Cielo, es decir, somos nosotros los que dependemos de Él y no Él de nosotros.
- Debemos enfocarnos en estar donde Él está, en el Cielo, más allá de lo que nuestros ojos pueden ver, de lo que nuestra mente puede entender y de lo que nuestro corazón puede sentir. De esta manera, seremos las personas más seguras, felices y alegres del mundo.
- No podemos decirle Padre nuestro y no actuar como Sus hijos, no tiene sentido.
- No nos olvidemos que decirle Padre nuestro a Dios, significa que queremos tener un acercamiento, una intimidad con Él, así como un hijo que es muy cercano a su padre le dice: “Papá, papito”. Podemos ver esto en el ejemplo del Señor Jesús, que dijo: “Abba, Padre”.
¿Por qué Él concluye este primer Poder diciendo: “… santificado sea Tu Nombre…”?
- Porque solo los hijos de Dios tienen el poder de santificar Su Nombre aquí en la Tierra. ¿Por qué? Porque solo los hijos conocen y saben cuál es la Voluntad del Padre, y tienen placer en hacer Su Voluntad, porque es buena, agradable y perfecta.
Este 1.º poder le da el derecho de hacerse hijo de Dios, independientemente de quién sea, de su estatus, de su posición social, de su tiempo de iglesia o de la cantidad de conocimiento bíblico que tenga.
- En el Evangelio de Juan, del versículo 12 al 13, dice así:
“Pero a todos los que Le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios…” Juan 1:12
Aquí está la prueba de que no todos son hijos de Dios, sino los que Lo reciben como su Único Señor, Dios, Salvador y Hermano Mayor, a quien deben seguir como ejemplo, porque Jesús fue la Primicia de Dios, la Roca de Salvación; Él es el Árbol de la Vida y todos los pámpanos que están en Él deben llevar mucho fruto.
Aquí el Espíritu Santo revela que todos los que reciben a Jesús como su Señor y Salvador reciben el derecho de hacerse Sus hijos, aunque pequen. Todos pecamos, no se engañe pensando que solo peca quien adultera, miente, roba o mata, hay muchos otros pecados: sentir rencor, blasfemar, juzgar, murmurar, ser idólatra, soberbio, ingrato, entre otros.
- Las personas que se “bautizaron en las aguas” y se dicen cristianas, pero aún mienten, engañan, alimentan resentimiento, odio y sentimientos de venganza, entre otras cosas, solo participaron del bautismo en las aguas, pero no fueron bautizadas a causa de su arrepentimiento. Por este motivo, siguen practicando la idolatría, creen en “dioses” que no son dioses, inventados por hombres y religiones inspiradas por satanás y sus demonios. Incluso está escrito que los que oran, adoran y creen en los “dioses” hechos por manos humanas, que tienen ojos que no ven, boca que no habla, oídos que no escuchan, manos que no tocan y pies que no caminan, se vuelven semejantes a ellos. satanás sabe esto, por eso induce a las personas al pecado de la idolatría, de la hechicería y de la brujería, llevándolas a creer en la magia, a creer que una cinta roja les traerá “buena suerte” y las protegerá de la envidia y del mal de ojo.
- Eso no es fe, es misticismo, amuletos. Es todo, excepto una fe inteligente.
- ¿Como alguien que dice estar bautizado en las aguas por arrepentimiento se deja llevar por la práctica de los juegos, como el bingo o el casino? Eso no es justo, Dios condena que usted ponga el sudor de su frente en eso, porque quien lo hace está demostrando que su fe no está en Sus Promesas. Usted debe creer que la Promesa de Dios llegará por medio del trabajo de sus manos, como está escrito y prometido, y que nada le faltará. Si usa la fe solo para conquistar dinero y no honra a Dios, ese dinero lo destruirá.
- Muchas personas, que llegaron a la Universal con una mano adelante y otra atrás, prosperaron y erróneamente pusieron su confianza en el dinero, no en Dios. Hoy tienen mucho dinero, pero están vacías. Dios Promete prosperar, pero no acepta que usted divida su fe y su confianza entre Él y el dinero, entre Él y las cosas.
- Las cosas son para usarse, para servir solo a Dios.
- El Señor Jesús dijo que vino a llamar al pecador para el Bautismo, ¿de una iglesia o de una religión? No. Con Dios no existe eso de religión, iglesia, obispo, pastor, obrero y miembro; con Dios están los que Lo reciben, a quienes les da el derecho y el Poder de hacerse hijos de Dios, cuando se arrepienten y entregan todo.
Hay personas que desafortunadamente se engañan pensando que es suficiente con ir a la iglesia, tener la Sagrada Biblia y saber orar el Padre nuestro, pero eso no basta, debemos conocer los Poderes que hay en el Padre nuestro. Sin embargo, es responsabilidad de cada uno que el Padre nuestro se vuelva su Padre, en singular.
El Señor Jesús repitió varias veces “Mi Padre”: “Yo vine a hacer la Voluntad de Mi Padre”, “Mi comida y Mi bebida consisten en hacer la Voluntad de Mi Padre”. Él repitió “Mi Padre” una y otra vez, hasta llamarlo “Abba, Padre”, que incluso fue la “bomba” que los enemigos usaron para condenarlo a muerte:
—¿Tú eres Hijo de Dios?
—Sí, Lo soy. Él es Mi Padre, y vine para hacer Su Voluntad.
El mal odia a los que asumen la posición de hijo, porque demuestran eso en su carácter, en sus palabras, en sus acciones, en sus decisiones y en sus prioridades. Priorizan a Dios más que a sí mismos, más que a las personas, más que a los problemas, más que a sus objetivos, más que a su posición social, más que a sus conquistas. Su carácter santifica Su Nombre, porque son verdaderos y no solo cumplen sus obligaciones sociales, sino principalmente sus obligaciones espirituales, perdonando a quienes los odian, orando por quienes los persiguen, patrocinando la Obra de Dios y dejándose usar por Él dando su testimonio, no solo con palabras, sino con actitudes.
Cuando Él dice: “Pero a todos los que Le recibieron…”, es solo a los que Le recibieron, los que no Le recibieron no tienen el derecho de llegar a ser hijos de Dios.
- Recibirlo significa aceptar Sus enseñanzas, mandamientos y promesas, seguir Su ejemplo.
“… es decir, a los que creen en Su Nombre…”. Juan 1:12
¿Qué es creer? No es decir: “Tengo fe en Dios”, ni darle crédito a Jesús, creer es entregarse, lanzarse a Sus brazos 100 % confiando que lo sostendrá y entregarle su pasado, su presente, su futuro, su vida.
- Cuando usted asume el 1.º Poder del Padre nuestro, el de llamarlo Padre, empieza a tener condiciones de santificar Su Nombre, porque cambia su manera de pensar, de hablar, de vestirse y de caminar. Lo hace porque santifica Su Nombre. Si antes andaba cabizbajo, ahora anda con la cabeza erguida, con definición. Para las personas de negocios, el tiempo es dinero; para los verdaderos cristianos, el tiempo son almas. Su alimentación comienza a ser saludable, porque sabe que es el templo del Espíritu Santo; deja el sedentarismo; sociabiliza con su familia y amigos, gustándole o no; supera la timidez y deja de dar excusas.
No es una persona cerrada, con el semblante caído; no es una persona triste y amargada, que quiere que todos entiendan su dolor y su sufrimiento, diciéndole: “Pobrecita”; no es una persona que se deja llevar por los demás, buscando compasión, autocompasión o que le palmeen la espalda. Conoce su derecho de llamar a Dios “Abba, Padre. Papá”, en singular y de manera muy cercana, íntima, personal.
Esta verdad le fue ocultada por muchos siglos, pero ahora ya lo sabe.
El 1.º Poder que usted tiene del Padre nuestro es hacerse hijo de Dios por medio de Jesucristo, cuando acepta a Jesús como su Señor y se arrepiente de todo lo que Le desagrada, sean palabras sucias, horóscopos, juegos, rencores, entre otras cosas.
Dios le dice: “Hazte hijo Mío y haz Mi Voluntad para santificar Mi Nombre. De esta manera, no dependerás de juegos ni de confiar en horóscopos o cintas, porque tu bendición provendrá de Mí. Yo te daré sabiduría y salud, te abriré las puertas, y tú Me santificarás. Te voy a guiar, te voy a proteger, te voy a realizar y no le deberás nada a nadie, excepto a Mí”.
Con Dios no se gana, se recibe y se conquista. Así Él es glorificado, porque usted ejercita su fe y sepulta su vieja vida por medio del bautismo en las aguas para vivir en novedad de vida.
Cuando se hace hijo de Dios, pasa a tener la paz que el dinero del mundo no puede comprar, porque Dios le quita todo sentimiento de culpa y nada de su pasado lo acusa, es decir, Dios lo justifica y usted queda absuelto, perdonado. Esa paz no proviene de un hombre, de una iglesia, de una posición o de algo, sino del propio Padre.
Las características de un hijo de Dios son estas, tiene alegría a pesar de los problemas. Aunque no esté sonriendo, su alegría es espontánea en su interior, la cual puede percibirse en sus ojos, porque los ojos son el espejo del alma. Cuando el alma está en paz y alegre, se nota en la mirada.
Es imperfecto pero es seguro, no por la posición social o por los bienes, sino porque su alma tiene certeza de su Salvación. No se queda en la duda: “Sí, no. Voy, no voy. Creo, no creo. Ahora sí, ahora no”, está seguro de que lo que quiere es lo correcto, porque está de acuerdo con la Palabra de Dios y quiere glorificarlo. Más que una posición en la iglesia quiere ser hijo de Dios, es verdadero, sincero, transparente y honesto, transpira eso y este perfume se siente en su manera de ser. Considera a las personas, busca ayudar al prójimo, independientemente de quién sea, sea de la fe o no, de la iglesia o no, bueno o malo. Sabe que Jesús dio la vida por todos, creyentes y no creyentes, por eso, como hijo, Lo imita.
Yo sé que este mensaje no agradará a muchos, pero es la verdad.
“… que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios”. Juan 1:13
Nosotros nacimos de nuestros padres, incluso tenemos la apariencia de ellos, pero los que nacieron de Dios no lo hicieron por una imposición religiosa ni de los hombres, nacieron de Dios y permanecen. Si alguien se desvía de la fe, cae en tentación o duda, permanecen sirviendo y buscando a Dios, porque no fueron hechos hijos por la voluntad de sangre ni del hombre, sino de Dios. Su elección es la más sabia y no renuncian a ella, porque saben que les garantiza la Salvación del alma y la superación de los problemas.
Con esta decisión acertada, guardamos nuestra mente, que es nuestro espíritu, nuestro corazón, nuestra alma y nuestro cuerpo, es decir, nuestra vida.
Acepte el 1.º Poder de llamarlo Padre.
“Padre nuestro que estás en los Cielos,
santificado sea Tu Nombre.
Venga Tu Reino.
Hágase Tu Voluntad,así en la Tierra como en el Cielo.
Danos hoy el pan nuestro de cada día.
Y perdónanos nuestras deudas,como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
Y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.Porque Tuyo es el Reino y el Poder y la Gloria para por todos los siglos. Amén”.
Obispo Júlio Freitas
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Segundo Poder del Padre Nuestro
Tercer Poder del Padre Nuestro
Cuarto Poder del Padre Nuestro
Quinto Poder del Padre Nuestro
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