La Alegría Completa, el Gozo del Espíritu Santo, llenó la vida de todos los que estuvieron hoy en el Templo de los Milagros.
Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto. Juan 15:11
Todos los días nos hablan diferentes voces. Cuando elegimos creer y confiar en Jesús superamos a todas las voces que contrarían nuestra fe.
El día veintiuno del mes séptimo, vino la palabra del Señor por medio del profeta Hageo, diciendo:
Y haré temblar a todas las naciones; vendrán entonces los tesoros de todas las naciones, y yo llenaré de gloria esta casa» —dice el Señor de los ejércitos. «Mía es la plata y mío es el oro» —declara el Señor de los ejércitos. «La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera» —dice el Señor de los ejércitos— «y en este lugar daré paz» —declara el Señor de los ejércitos. Hageo 2:1, 7-9
Esta casa somos nosotros mismos. Si en el presente vivimos la Gloria de Dios, no necesitamos recordar las “glorias” pasadas que tuvimos en el mundo. Todo fue hecho nuevo.
Dios nos habla todos los días porque Él quiere oírnos y hablarnos también y llenarnos de Su Presencia.
Para que podamos escuchar Su Voz es necesario que de nuestra parte haya HUMILDAD.
Fuimos llamados por Dios para ser llenos de Su Gloria y tener Paz.
La Gloria del ser humano no está en cosas ni personas, sino en tener la Presencia de Dios dentro de sí.
Todo oro y toda plata que existe en el mundo, no se compara con la Gloria de Dios y, para recibirla, tenemos que entregar nuestra vida en el Altar.
Dios solo entra si uno Lo valora y se entrega por completo en el Altar. Allí es donde Él hace Alianza con nosotros.
No podemos amar a nada ni a nadie más que a Dios. Hacer esto, solo nos llevará al egoísmo, a la corrupción, a la desobediencia y, finalmente, a desistir.
Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Génesis 12:2
Engrandecemos nuestro nombre cuando obedecemos la Palabra y nuestro carácter refleja la Gloria del Señor.