Para Dios nunca fue, no es y jamás será difícil bautizar a alguien con Su Espíritu. Lo difícil es que uno se vacíe de sí mismo y haga lo que ni Dios ni nadie puede hacer por uno. A nosotros pastores, esposas, obreros nos gustaría poder hacerlo por las personas, pero no podemos, porque el corazón tiene una llave y solo cada uno puede abrirlo por dentro.
Para Dios nunca fue, es y será difícil bautizar a alguien con Su Espíritu. Lo difícil es que alguien se vacíe de sí mismo y haga lo que ni Dios ni nadie puede hacer por esa persona. A nosotros nos gustaría poder hacerlo por las personas, pero no podemos, porque el corazón tiene una llave y solo cada uno puede abrirlo por dentro.
Eso es tan cierto que Jesús, en el libro de Apocalipsis, dijo que Él llama al corazón de las personas a través de la Palabra, de la conciencia, de ejemplos, pero solo entra en el que escucha y abre la puerta.
Dios es Caballero, Él no es como satanás, ladrón, que invade, rompe y entra a la fuerza. Él llama, habla, propone, explica, enseña, si la persona acepta, Él entra, habita en ella y la salva. Pero nunca nadie podrá decir que no tuvo oportunidad.
La Biblia relata que el Trono de Dios está basado sobre la Justicia. Dios es Amor, pero ese Amor solo es mostrado, visto y disfrutado cuando hay justicia. Sin justicia no hay disciplina, amor, entrega, sacrificio, responsabilidad y los beneficios de una Alianza. Su Trono está edificado sobre Justicia, Dios quiere hacer la mayor justicia, que no es sanar al enfermo, ni prosperar al pobre, ni que el ser humano se realice sentimentalmente, ni unir a la familia, porque todo eso y mucho más son Bendiciones y Promesas de Dios. Pero la mayor injusticia es que el ser humano, que fue creado a Imagen y Semejanza de Dios, Lo llame Padre, no tenga Su Espíritu y viva como un hijo del mundo, o de las tinieblas.
Nosotros somos hijos del espíritu del padre que llevamos adentro. Si el espíritu que yo llevo adentro es el espíritu del mundo, no es el Espíritu Santo Quien está en mí, sino el espíritu del diablo, que vino a robar, matar y destruir.
Jesús fue a la cruz justamente para resolver ese problema perdonando todos los pecados, Él hizo su MÁXIMO ESFUERZO dando la vida por nosotros hasta la última gota de sangre, Él dio Su vida por nosotros para lavar nuestra alma de todo pecado e iniquidad, y así resolver su problema. No importa lo que usted haya hecho, si está vivo y se arrepiente, confiesa sus pecados, se bautiza en las aguas y sepulta esta vieja vida, Jesús le da el Espíritu Santo y lo vuelve hijo de Dios, tal cual Él es.
Y no solo lo llamará seguidor, sino amigo o hermano: «Ahora tienes el Mismo Espíritu que Yo, entonces eres hijo del Mismo Padre». Hace la obra completa.
Jesús hizo de todo para que el sepulcro estuviera vacío, para que Él pudiera llenar ese sepulcro con Su Presencia, que es Su Espíritu. Hoy ese sepulcro es nuestro corazón. Si usted no lo vacía Él no llenará, si no lo abre Él no lo podrá hacer por usted. Él ya fue al sepulcro por usted y por mí, Se entregó por mí, Resucitó por mí, pero solo les da Su Espíritu Santo a los que hoy hacen también su MÁXIMO ESFUERZO.
Perdonar a la persona que lo lastimó, aunque sea algo inimaginable, dejar de ver a esa amistad que lo perjudica, dejar de ir a determinados lugares, abandonar costumbres y tradiciones, es algo impensable, pero es su MÁXIMO ESFUERZO. Al hablar con Dios cerrando sus ojos y expresando lo que lleva dentro usted está haciendo su MÁXIMO ESFUERZO. Y también al venir esta Semana Santa a la Iglesia lo más que pueda, pero al menos tres días: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y sobre todo el domingo.
Jesús Resucitó un domingo por la mañana y allá, adentro del sepulcro, estaba una mujer que había sido prostituta. Ella había sido el ejemplo del alma del ser humano, todo ser humano sin el Espíritu Santo es prostituto espiritualmente hablando, porque se entrega a los placeres, a las manías, a las fantasías, a las costumbres, a la incredulidad o a la religiosidad. María Magdalena había tenido siete demonios, pero luego, cundo se liberó y nació de nuevo, insistió en saber dónde estaba Él, y Jesús se le apareció y la llamó por su nombre.
Jesús dio la vida para que nos volviéramos Sus hermanos, por eso la mayor injusticia que el ser humano puede sufrir es no tener al Espíritu de Dios, tener una religión, decir que cree en Dios, ignorando la necesidad de ser templo del Espíritu Santo, de tener el ADN de Dios.
El Domingo de Resurrección tiene que pasar lo que aún no ha pasado, lo mismo que le pasó a María, lo mismo que nos pasó a nosotros le tiene que pasar a usted, porque Dios no hace acepción de personas. ¿Pero cuándo pasará? Cuando haga su MÁXIMO ESFUERZO.
Cuando Dios le pida algo material, como cuando pidió el pollino para entrar a Jerusalén, no es para quitar ni para disminuir, sino para añadir, Él lo devuelve. Si Él le pide algún bien, no se aferre, porque Él se lo devolverá consagrado. ¡Imagínese al dueño del pollino que había sido montado por primera vez por Jesús!
Vea lo que Pablo les dijo en Éfeso a los cristianos: «… y les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis».
Cuando una persona cree, tiene que recibir al Espíritu Santo. Creer no es dar crédito, sino entregarse, casarse con Jesús, morir para el mundo y vivir para Dios: «Y ellos Le respondieron: No, ni siquiera hemos oído si hay un Espíritu Santo. Entonces él dijo: ¿En qué bautismo, pues, fuisteis bautizados? Ellos contestaron: En el bautismo de Juan».
El bautismo de Juan es el que Jesús practicó y enseñó que practicáramos siendo adultos, cuando pudiéramos tomar la decisión de hacerlo o no, el bautismo no es para resolver problemas sino para enterrar la vieja vida y vivir de acuerdo con la Palabra de Dios: «Y Pablo dijo: Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en Aquel que vendría después de él, es decir, en Jesús. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el Nombre del Señor Jesús. Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y hablaban en lenguas y profetizaban. Eran en total unos doce hombres».
Lo que pasó hace miles de años sucederá ahora, y siempre pasará con todos los que son sellados con el Espíritu Santo. No todos los que reciben al Espíritu Santo hablarán en lenguas en el momento, pero sí lo harán en el transcurso de su vida con Dios.
Cuando profetizo, cuando explico la Palabra de Dios, esto beneficia a todos los que oyen y meditan en Su Palabra. Aquellos hombres recibieron y hablaron en el momento, y profetizaban. Profetizar no es adivinar, sino hablar sobre lo que Está Escrito y no inventar ni deducir. Satanás a introducido el espíritu de adivinación para crear confusión entre los creyentes y dividir la fe, porque él sabe que no puede tocarlos ni arrancarlos de la Iglesia, pero puede dividirlos y debilitarlos.
Participe este domingo a las 9:30 h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más próxima a usted. Otros horarios: 7 y 18 h.