Natalia Sepúlveda sufrió violencia doméstica, ella veía que su hija sufría como ella había sufrido de pequeña, cuando su matrimonio se destruyó, descreída y llena de odio, pensaba en suicidarse. Su marido conoció el poder de Dios y le hizo una propuesta que cambió sus vidas por completo.
“Mis padres se peleaban mucho porque mi papá tenía el vicio del alcohol y la engañaba a mi mamá. Yo escuchaba los gritos e insultos. Finalmente se separaron definitivamente. Por esta situación me volví rebelde porque me sentía muy sola.
En ese tiempo conocí a mi esposo, él también se sentía solo, su madre había sido alcohólica y su padre la golpeaba. Al tiempo quedé embarazada y me entero de que él se drogaba.
Mi esposo entró en depresión porque no conseguía trabajo, recuerdo que llegaba a casa y me lo encontraba con sus amigos tomando y fumando marihuana. Después él consiguió trabajo pero regresaba a mi casa drogado a la madrugada, entonces yo me deprimí. A él lo echaron del trabajo, y cuando nos fuimos a vivir a otra casa tuve premoniciones terribles y mi esposo me decía que estaba loca. Yo tenía premoniciones y visiones, creía que era un don, pero sufría porque pensaba que me iban a encerrar en un manicomio.
Nos peleábamos mucho, él me golpeaba y yo también, mi hija estaba siempre escondida debajo de la mesa llorando, ella estaba viviendo lo mismo que yo vivía cuando era chica. El peor momento fue cuando con mi esposo forcejeábamos en el descanso de una escalera, finalmente él se tiró y se quebró toda la pierna porque pensó que si me tiraba yo iba a terminar muerta, él preso y nuestra hija con su abuela. Yo pensaba que todo sucedía por mi culpa, entonces pensaba en tirarme en las vías del tren. En ese estado optamos por separarnos.
Mientras estuvimos separados él comenzó a participar de las reuniones de la Universal, fue cambiando, consiguió un buen trabajo y venía a visitar a la nena, solo que yo lo odiaba. Pero fui viendo que él estaba cambiando, un día me propuso que luchemos juntos para cambiar de vida, así empezamos a participar los viernes y domingos. Fue difícil al principio, pero fuimos viendo resultados, nos casamos, él dejó las drogas, yo fui libre de las premoniciones, nuestra relación cambió y mi marido se independizó.
Hoy mi vida es una maravilla porque descubrimos el camino de la fe”.
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