Nadie cree en alguien mentiroso, ni cuando dice la verdad. Mentir es una de las actitudes más burras que existen. No funciona – a veces ni siquiera a corto plazo. Pero aun así es practicada por muchos.
Hay dos tipos de mentirosos:
1- Los que mienten por miedo. Sea por vergüenza de la verdad, culpa, miedo de ser confrontado o de enfrentar las consecuencias, miedo de perder bienes, la amistad o el amor de alguien – esos mentirosos son los que mienten cuando decir la verdad sería mucho, pero mucho más fácil. Por algo mal resuelto dentro de ellos, ese miedo es más fuerte que la razón.
2- Los que mienten como modo de actuar. Estos engañan deliberadamente, sin resentimiento o reserva, con el fin de alcanzar sus objetivos egoístas. Saben lo que están haciendo. Son buenos en eso. Convincentes. Y peligrosos.
Mi consejo: huya de los últimos y evite los primeros. El gran error de muchos es pensar que los del primer grupo son pobres víctimas y que con mucho amor y paciencia podrán cambiar.
Sí, el cambio siempre es posible, y soy el primero en creer en eso. Pero no es el amor y la paciencia lo que causará ese cambio. Perdonar al mentiroso y dejarlo sentirse la víctima no lo ayudará. Su mejor chance de cambiar es sufrir las consecuencias de sus mentiras. Así, el dolor, la pérdida, la vergüenza, la humillación y otros castigos que la propia vida les impone a los mentirosos pueden llevarlos al verdadero arrepentimiento.
Si usted está en una relación con un mentiroso, pare todo. Resuelva la cuestión de la mentira primero. No hay relación donde hay mentira. Por lo tanto, si no es resuelta, la relación no puede continuar – no importa cuántas cosas positivas existan más allá de las mentiras.
Voy a repetirlo: no hay relación donde hay mentira.
Si piensa que hay, se está mintiendo a sí mismo.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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