“Entre tanto, los discípulos Le rogaban, diciendo: Rabí, come. Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.
Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que Me envió, y que acabe Su obra.” Juan 4:31-34
Una de las razones del fracaso de muchos obreros está en su comida, o sea, en aquello de lo que se han alimentado.
Observe la calidad del alimento del Señor Jesús.
En primer lugar, Él Se alimentaba de hacer la voluntad “de Aquel que Lo envió”. Ese es el pan de cada día del evangelio, es la base que hace que una persona soporte el peso de las luchas, las tribulaciones, las persecuciones y las calumnias que pasará, inclusive cuando esté haciendo la obra de Dios.
Hacer la voluntad de Dios es nada más que sacrificar su voluntad, obedeciendo la Palabra en las cosas más básicas de su vida cotidiana.
La relación con Dios incluye ayunos, meditación diaria de la Biblia y oración en todo momento, a veces hasta sin palabras, solo en pensamientos, siempre buscando saber cuál es “la buena, perfecta y agradable voluntad de Dios” para su vida. Además de una vigilancia constante de lo que se habla, oye, ve, piensa y siente.
Este es el alimento más nutritivo que un ser humano puede tener para crecer espiritualmente saludable.
En segundo lugar, el Señor Jesús Se alimentaba de “realizar las obras del Padre”. Él manifestaba la fe con fuerza total, curando, liberando y anunciando las buenas nuevas del reino de los cielos.
Así fue el comienzo del ministerio de muchos obreros. Estaban fuertes, saludables y listos para la buena obra, pero con el tiempo comenzaron a alimentarse solo con la práctica de las obras y no con la voluntad de Dios, con lo que fueron debilitándose y terminaron cayendo por el camino.
Del mismo modo que, si no alimentamos nuestro cuerpo, quedamos sujetos a todo tipo de enfermedades, es lo mismo con nuestro espíritu, sin el alimento necesario él estará sujeto a los demonios. ¿No es eso lo que hemos visto en los últimos días?
ATENCIÓN OBREROS Y OBRERAS, LA PREGUNTA ES: ¿CUÁL HA SIDO SU ALIMENTO DIARIO?
Obispo Sergio Correa
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