El amor es comúnmente asociado al corazón, la fuente de los sentimientos. Se piensa que este es el mejor consejero para las cuestiones afectivas, pero, la Biblia nos revela: “Nada hay tan engañoso ni tan absolutamente perverso como el corazón. Nadie es capaz de conocer a fondo su maldad.”, (Jeremías 17:9)
Los que han colocado al corazón como un director de sus vidas, se han encontrado con muchas decepciones. El amor debe ser analizado por la razón y no por las emociones. Necesitamos evaluar los pros y contras, antes de dejarnos llevar por los sentimientos.
“Éramos dos extraños”
Isabel: “Hace poco que vengo. Vine angustiada, no sabía que hacer. Hace diez años que estoy en pareja, pero toda la vida fue un infierno. Últimamente estábamos viviendo bajo el mismo techo, pero separados; éramos como extraños. Escuchaba la radio de la Universal, pero no me animaba a venir. No tenía nada que perder porque mi matrimonio estaba destruido. El primer día que vine, dejé de sentir angustia. A las pocas semanas, me noté más alegre. Mi marido se enojaba y ya no tenía ganas de responderle. Primero me curé porque estaba lastimada; tenía mucho rencor hacia a él, no podía ni mirarlo. Luego cambié. Así, Dios lo fue acercando a mí y ahora estamos juntos”.
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