¿Quién, no se sintió ansioso ante alguna situación complicada de la vida?
Es difícil encontrar personas que no vivan ansiosas, pues todo coopera para desarrollar esa semilla dormida en la naturaleza humana.
Cuando pienso en una persona ansiosa en la Biblia, recuerdo a Pedro. Él era un hombre impetuoso, del tipo que no reflexionaba antes de hablar o actuar, por lo que se involucró en varias situaciones que lo avergonzaron.
Tenga en cuenta que Pedro fue el que le aconsejó al Señor huir de la cruz y también le cortó la oreja a un hombre, tratando de defenderlo.
En otra oportunidad, los discípulos estaban en el barco, y el Señor Jesús resolvió acercarse a ellos, caminando sobre las aguas. Todos los discípulos estaban admirados, pero Pedro fue más allá de la contemplación y pidió andar sobre las aguas.
El apóstol salió del barco y caminó bien por unos metros hasta que sintió la fuerza del viento y las olas, sintió miedo y empezó a ahogarse.
¡Ponga ahora la ansiedad a Sus pies y descanse en la certeza de que Él cuidará todo!
¡Es demasiada consideración tener a Dios trabajando para nosotros! Por eso nos corresponde honrarlo con nuestra plena confianza en Su Palabra.
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