La Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha promovido conferencias con el fin de estimular la planificación familiar, pero Babilonia se ha opuesto radicalmente. Como un parásito, la misma vive de la explotación de la miseria humana, recibiendo los beneficios de los gobiernos, en nombre de la caridad de los más necesitados.
La balanza en la mano del jinete del caballo negro señala el racionamiento de los alimentos. Una medida de trigo correspondía, aproximadamente, a 450 gramos y era el consumo diario de un trabajador.
Significa que un hombre tendría que trabajar un día entero para poder comprar alimento solo para sustentarse a sí mismo, es decir, como necesita comer para poder trabajar, su familia pasaría hambre.
Aquí está la idea principal de este tercer sello. La cebada siempre fue considerada como alimento de animales, por ser muy barata. Pero en el cumplimiento de este sello, aun siendo tres veces más barata que el trigo, su valor será exorbitante.
Esto nos hace entender que los alimentos más simples costarán excesivamente caros. Una familia no será capaz de sobrevivir en tales condiciones, y sin duda esto generará situaciones sociales caóticas en todo el mundo.
La Historia registra que Jerusalén sufrió un asedio antes de su destrucción, en el año 70 d.C. Sus habitantes fueron llevados a la más cruel deshumanización. Los padres llegaron a comer a sus propios hijos, delante del hambre exagerada.
El historiador judío Flávio Josefo relató que los soldados romanos, cuando entraron a la ciudad, encontraron cuerpos de niños que no habían sido totalmente consumidos, pero que estaban guardados para servir de alimento.
La apertura de este sello despertará en los seres humanos los peores aspectos de su carácter. La humanidad verá su propio martirio por la falta de Dios. Veamos más allá:
Existen dos principales interpretaciones para:“…pero no dañes el aceite ni el vino” (Apocalipsis 6:6). La primera dice que incluso en medio de tanta hambre esparcida por toda la Tierra, habrá una minoría que continuará gozando de la abundancia y viviendo en la opulencia, debido a sus riquezas acumuladas.
Por otra parte, la segunda interpretación considera que siendo el aceite el símbolo del Espíritu Santo y el vino el de la sangre redentora del Señor Jesús, la Iglesia del Señor estará inmune a esta catástrofe. Pero, ¿cómo puede ser posible que la Iglesia no sufra los daños del hambre generalizada? La única respuesta para esto confirmaría su ausencia en la Gran Tribulación.
(*) Fragmento extraído del libro “Estudio del Apocalipsis”, del obispo Edir Macedo.
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