El Señor Jesucristo establecerá Su Reino en Israel y desde Jerusalén ejercerá Su reinado de paz sobre el mundo. La razón por la cual Israel fue incapaz de entender esto se debe simplemente al hecho de que está escrito: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles… ” (Romanos 11:25).
Esto quiere decir que la ceguera de Israel durará hasta el momento en que se alcance a la plenitud de los gentiles, o sea, hasta el momento en que el último de entre las naciones tenga los ojos abiertos.
Entonces sucederá el arrebatamiento de la iglesia, y, después, comenzará la Gran Tribulación, con sus juicios y la gran batalla final del Armagedón. Desde ahí, el Señor Jesucristo volverá e Israel se convertirá a Él: “…pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. He aquí, Yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.” (Apocalipsis 16:14-16).
¡El Día del Señor será una sorpresa! Y quien no estuviere vestido será testigo de los juicios apocalípticos. ¡No es cualquier vestidura! ¡Tendrá que ser una vestidura blanca, lavada con la sangre de Jesús!
Lamentablemente, muchos que han frecuentado las iglesias evangélicas están cubiertos solo por vestiduras religiosas, doctrinarias; en fin, por vestiduras que cubren solo su vergüenza delante de sus semejantes, pero no delante de Dios.
Sus mentes y corazones están entorpecidos con las novedades doctrinarias del espíritu del anticristo de estos últimos días. ¡Pobrecitos! Ellos han bebido de la copa del engaño, y seguramente serán tomados por sorpresa el gran Día del Señor.
A causa de esto el apóstol Juan dirigido por el Espíritu Santo, dijo: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. “ (1 Juan 4:1).
Creemos que la única manera de comprobar si estamos usando vestiduras blancas, lavadas con la sangre del cordero de Dios, es preguntándonos a nosotros mismos que beneficios nos ha traído nuestra fe.
Si el espíritu que hay en nosotros es de Dios, ¿cuáles han sido los resultados en nuestra vida? ¿Existe amor y consideración en nosotros por los perdidos? ¿Existe paz en nuestro corazón? ¿Existe la alegría del Espíritu de Dios en nuestra vida a pesar de los problemas y de las circunstancias? ¿Tenemos victoria sobre el pecado?
Son muchos los “cristianos” los que han intentado compensar sus fracasos cotidianos trabajando en la iglesia. Bienaventurados es aquel que vigila y guarda sus vestiduras lavadas con la sangre del Señor Jesús, para que esté desnudo y no se vea su vergüenza.
En otras palabras, bienaventurado es aquel que se mantiene vigilante sobre el corazón, para no dejarlo corromperse con este mundo, y no manifieste su pecado, su desnudez.
(*) Texto retirado del libro “Estudio del Apocalipsis”, del obispo Edir Macedo.
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