El sabor dulce es el primero que entra en contacto con el ser humano
El consumo de azúcar blanca refinado, ya sea en forma directa o bien a través de platos elaborados con éste, en repostería, caramelos, helados, galletitas, tortas, facturas, mermeladas, chocolate, gaseosas y otros tipo de bebidas azucaradas, afectan la salud psico-física de los seres humanos.
¿Por qué es tan difícil prescindir del azúcar?
El sabor dulce es el primero que entra en contacto con el ser humano. La leche materna tiene sabor dulce. A la mamadera con leche también se le agrega azúcar y la leche de vaca es en sí dulce. Cuando el bebé llora se lo pone al pecho de la madre o a la mamadera. De manera que a lo largo de la vida, el sabor dulce se asocia con la posibilidad de serenar, dar contención y tranquilidad. Por eso, a través de nuestro crecimiento y desarrollo seguimos buscando ese sabor dulce, queriendo encontrar por medio de él, afecto, contención.
El consumir alimentos dulces genera en el momento sensación de tranquilidad, la adrenalina disminuye. No obstante, como vimos anteriormente, ésta se potencia al cabo de un rato y se sigue buscando más azúcar para contrarrestarla, en un interminable círculo vicioso.
Para una persona adulta es más fácil dejar las carnes, el alcohol, que el azúcar. Pareciera ser que los dulces son de las cosas más gratificantes para el ser humano, uno de los máximos placeres. Cuánto más placer buscamos es porque más dolor sentimos.
El consumo de azúcar aumenta cada año, se considera que cada persona consume aproximadamente entre 50 a 70 kilos de azúcar al año, esto es paralelo al crecimiento de la ansiedad y el estrés.
El azúcar y otras enfermedades
El azúcar refinado solo proporciona al ser humano, lo que los especialistas en nutrición describen como calorías vacías o desnudas.
Por otro lado el azúcar drena y extrae las preciosas vitaminas y minerales del cuerpo, por las demandas que su digestión, desintoxicación y metabolismo producen sobre el organismo.
Muchas de las enfermedades de la época, tales como cáncer, diabetes, hipotiroidismo, sida, afecciones circulatorias, anemia, remoción de útero, osteoporosis, hipertensión, hipercolesterolemia, artritis reumatoidea, artrosis, reuma y las afecciones propias del sistema nervioso, como esclerosis múltiple, depresión, insomnio, ataque de pánico, tienen que ver con el consumo de azúcar blanco o sacarosa.
El azúcar y la baja de energía, desconcentración y sueño
Existen en la Naturaleza alimentos que aportan energía y otros que la quitan. El azúcar blanco refinado la quita. Cuando se habla de azúcares que aportan energía, esto se refiere a carbohidratos complejos, tales como los cereales integrales (arroz integral, mijo, cebada perlada, avena, trigo, maíz, centeno).
Estos carbohidratos complejos aportan azúcares de una calidad diferente a la de los carbohidratos simples (azúcar refinado o sacarosa, harinas blancas, arroz blanco, pastas de harinas blancas en general).
Cuando se consumen carbohidratos simples se genera una combustión rápida de azúcar en la sangre, es decir de glucosa. Lo que ocurre es como el fuego de un pajar, se enciende con fuerza y con esa misma fuerza que se encendió, se apaga. Por eso cuando se consume este tipo de alimentos, se tiene energía en un momento, pero luego ésta desaparece y erróneamente se busca consumir “algo dulce”, que en general es un alimento similar, para volver a tener energía.
El resultado es sensación de sueño, pesadez, dispersión mental, sensación de fatiga, falta de memoria, tristeza, abulia. El organismo tiene que realizar un gran esfuerzo para pasar de un estado de hiper-acidez, producido por el consumo de azúcar blanco, a un estado de alcalinidad, que es su estado natural. Para pasar de un estado de acidez sanguínea a otro de alcalinidad, la misma sangre tiene que sacar minerales (que son alcalinos), de la reserva corporal y establecer de esta manera un equilibrio.
Todo este proceso implica un gran esfuerzo orgánico, por lo que la energía disponible para estar despierto, atento, sensitivo, lúcido, es poca o ninguna.
Por otro lado el azúcar es un alimento que enfría al organismo y lo expande de forma mucho mayor que cualquier otro alimento, por lo que éste, tiene que hacer mucho esfuerzo para contrarrestar lo que el azúcar genera y volver a un estado natural de temperatura. Esto genera un gran esfuerzo a todos los órganos y funciones corporales, porque también al ingerir azúcar, se busca contrarrestar ingiriendo grasas y proteínas.
Se produce un círculo vicioso de necesidad de azúcar y grasas, ambas invitan cada una a la otra.
Cómo dulcificar sin azúcar
Es posible endulzar postres y sacar el sabor dulce de los alimentos sin necesidad de usar azúcar blanco, ni edulcorantes artificiales, que contienen Aspartame y sacarina, que tanto daño generan en la salud mental y física de las personas.
El azúcar natural de caña o azúcar rubia es un alimento integral, que contiene los minerales propios de la caña de azúcar. La miel de abeja también contiene minerales y ambos no son alimentos desnaturalizados como el azúcar común o los edulcorantes artificiales. No obstante su combustión es bastante rápida en el organismo, por lo que su consumo debe ser moderado, aunque siempre es mejor que la sacarosa en sí.
Existen en le mercado miel de cereales, como miel de arroz integral o de cebada, o de maíz, llamada también fructuosa de maíz. Incluso existen mermeladas endulzadas con fructuosa de maíz, que se consiguen en dietéticas.
Frutas como la manzana, la pera y la uva, la banana y las frutas secas (ciruelas, orejones de durazno, pasas de uva) son edulcorantes naturales que pueden ser utilizados en postres o diferentes comidas. Vale decir que las frutas secas, concentran mucha cantidad de azúcar y su consumo debe ser moderado, para evitar la pérdida de minerales en el organismo.
Hoy en dietéticas se puede conseguir la llamada Hierba Dulce o Stevia, que tiene un sabor dulce y se utiliza como edulcorante, sin tener las contraindicaciones del azúcar.
Cuando se le pone azúcar a las infusiones, éstas pierden su valor terapéutico. Es bueno aprender a beberlas en forma natural.