“… ¿cuál es mayor, el oro, o el Templo que santifica al oro? (…) ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el Altar que santifica la ofrenda?”, (Mateo 23:17-19).
Lo que usted considera mayor y más importante se convierte en su objetivo.
Muchos dicen que anhelan el camino del Altar mientras que, en realidad, anhelan el camino del oro. O sea, dicen querer llegar hasta el Altar, pero lo que realmente quieren es llegar al oro. Porque, para estos, el oro depositado en el Altar es más importante que el propio Altar.
Quien quiere trillar el camino del oro tiene sus pensamientos enfocados en el oro. Su preocupación es encontrar maneras para beneficiarse de él. Por eso, se concentran en llenar iglesias, en alcanzar un determinado título, en ser reconocidos por las personas, en ver su nombre engrandeciéndose y en conquistar bienes materiales para sí mismos.
Pero quien quiere trillar el camino del Altar tiene sus pensamientos enfocados en el Altar. Su preocupación es encontrar maneras para beneficiar al Altar. Por eso, se concentran en hacer discípulos, en servir a Dios en todas las circunstancias, en llevar a las personas a conocer a Dios, en ver el Nombre de Jesús glorificado y en invertir para que más almas sean alcanzadas.
Son dos caminos completamente opuestos, que llevan a destinos opuestos, pero muchos aún insisten en creer que pueden sacar provecho de lo “mejor de los dos mundos”. Sin embargo, no hay manera de servir a dos señores, no hay forma de seguir dos caminos. O usted está trillando uno o está trillando el otro, o pretende beneficiarse del oro o pretende beneficiar al Altar. ¿Cuál es su verdadera intención?
El camino del Altar es el recorrido hacia los brazos de Dios, pero el camino del oro es la ruta hacia el infierno.
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