“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.” (Efesios 4:26-27)
Es natural que tengamos momentos de ira. Dios sabe esto. Sin embargo, nos advierte que hagamos la elección correcta en esos momentos. Usted tiene el poder de darle o no lugar al diablo. Hacer la elección con la razón, no con el corazón.
El corazón quiere pelear, el corazón quiere venganza, el corazón quiere ofender, el corazón quiere guardar rencor. Sin embargo, la razón sabe que ceder a los requerimientos del corazón enojado lleva, inevitablemente, al pecado. Es darle lugar al diablo. Abrirle la puerta y ofrecerle un asiento. Ofrecerle el asiento al causante de lo que hizo que usted se enojara. ¿Eso le parece inteligente? ¡De ningún modo!
Sabiendo esto, su enojo pasa a ser dirigido al causante del problema. Usted decide obedecer a la Palabra de Dios. Si el caso exige perdón, usted perdona. Si exige arrepentimiento, usted se arrepiente. Si exige vigilancia, usted vigila. Así, le cierra la puerta en la nariz al diablo. Haga la elección correcta. Y mantenga su conciencia limpia.
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En los momentos de ira, use la razón. Y el mal no encontrará una brecha para entrar.
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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