“Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está el SEÑOR, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.”
(2 Reyes 2:14)
“¿Dónde está el SEÑOR, el Dios de Elías?” No fue un desafío de incredulidad. Eliseo había visto a Elías abrir el Jordán con su manto. Vio a Elías subir a los cielos delante de sus ojos. Sabía que el Dios de Elías estaba con él, entonces puso en práctica su fe. Es el desafío de quien sabe con Quién está hablando. Es un desafío de fe. Eliseo Le reclamó a Dios lo que él había acabado de recibir, pues le había pedido la porción doble del espíritu de Elías. Delante de los demás discípulos de los profetas, no tuvo miedo de actuar de acuerdo con lo que creía. Si usted ha andado de acuerdo con la Palabra de Dios, tiene autoridad para hacer este desafío. Eliseo no fue insolente; Eliseo invocó el nombre del Señor a orillas del río Jordán. Él sabía que tendría la respuesta. Sabía que ahora el Señor, el Dios de Elías, pasaría a ser su Dios.
Luchó por eso, insistió en seguir a Elías, ignoró la fe negativa de sus compañeros. Luchó por lo que quería y ahora era el momento de ver la materialización de su creencia. Y él estaba en lo cierto. O es, o no es. O Dios está con usted, mi amigo, o Él no está con usted. No acepte el más o menos. No acepte creer en un Dios tan grande y vivir una vida tan mezquina. No acepte creer en el Todopoderoso y vivir esclavo de una enfermedad, de un problema. Haga este desafío. Reclame las promesas. ¿Dónde está el Dios de Abraham? ¿Dónde está el Dios de Elías? ¿Dónde está el Dios del pastor? ¿Dónde está el Dios del obispo? Si Él es el mismo – y Su Palabra dice que Él no cambia -, entonces las maravillas que existieron en el pasado tienen que continuar existiendo hoy.
Haga este desafío. ¿Dónde está el Dios de Elías? Él Se manifestará en su vida.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo