Superar el dolor de la pérdida es una tarea difícil. No se trata solo de la muerte física, del trauma, de la tragedia, sino de la falta que hará esa persona. Por eso, la tristeza, pasa a ser el punto de partida del sufrimiento para muchas personas.
La desesperación
Patricia siempre fue una hija ejemplar. Por ser la mayor de tres hermanos, siempre buscaba apoyar a la familia. Era la única mujer y la mejor amiga de su madre, Rita. Un día, la madre de Patricia recibió una llamada. La persona del otro lado de la línea se identificó como un vecino de la joven. Sin que nadie lo imaginara, la madre salió gritando y despertando a todos sus vecinos. Por ser más de las 12 de la noche, mucha gente se extrañó al escuchar el griterío que venía de la calle.
Fuera de sí y totalmente desesperada, Rita exclamaba: “¡Asesino! ¡Asesino!”. Nadie entendía nada. Los vecinos intentaban calmarla, pero con gestos bruscos, terminaba lastimando a quien intentaba ayudarla. El motivo de tanta desesperación era que a Patricia la había matado su propio marido. Tenía varias puñaladas en distintas partes del cuerpo, lo que provocó la muerte instantáneamente. Rita, perdió su única hija y amiga.
La reacción de la mamá de Patricia es comprensible, por el simple hecho de ser la madre. Pero, después… ¿cómo superar este dolor? ¿Cómo suplir el vacío que queda por la ausencia de una persona amada? Enfrentar la partida es un desafío necesario para buscar minimizar ese vacío.
El consuelo
Si usted está sufriendo por la pérdida de alguien es natural que se sienta como en el aire, que sienta que falta algo que lo sostenga, que lo afirme. Pero sepa que eso puede ser momentáneo. En este caso, el esfuerzo es fundamental para lograr la superación, y para que usted sea libre de este tormento, que se puede transformar en un martirio a lo largo de toda su vida.
En el caso que usted no esté logrando enfrentar solo esta situación, busque fuerzas en Dios. Dios llama a las personas a acercarse a Él cuando se encuentran cansadas y sobrecargadas, las alivia transformándolas en personas calmas y libres (lea Mateo 11:28-30). Si este ha sido su desafío, encuentre el consuelo en Aquel que puede sanar su dolor, de verdad. Y no busque responsabilizarlo por lo sucedido. Decepcionarse con Dios no le servirá de nada.
Además eso puede provocar que se enfríe espiritualmente y terminar alejándose de quien realmente puede ayudarlo. Si eso está sucediendo es porque no hubo un nuevo nacimiento genuino.
Luche por un encuentro verdadero con Dios. Él siempre estará atento a sus angustias y aflicciones.
Por eso, sea fuerte y busque Su Presencia. Piense en su vida y en proyectos para el futuro, pero, por sobre todas las cosas, confíe que el Señor Jesús no lo desamparó y nunca va a dejarlo, para siempre, a merced de este dolor.