La vuelta del Señor Jesús es un acontecimiento clave del Apocalipsis. Pero no solo en el último libro de la Biblia está escrito sobre eso. Algunos autores de otros libros citan claramente el Fin de los Tiempos, como el apóstol Pedro:
“Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de Su regreso? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.” 2 Pedro 3:3-4
Muchos se preocupan sobre cuándo Jesús volverá. Solo Dios lo sabe.
“Pero el Día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la Tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.” 2 Pedro 3:10
“Como ladrón”. Nadie espera a un ladrón. Un robo, un asalto, es siempre una desagradable sorpresa. La mayoría no está preparada.
No obstante, hay quien se prepara para la eventualidad de que un ladrón aparezca. Alarmas, cámaras, rejas. Muchas estrategias son usadas para evitar robos. Claro que, aun con mucha seguridad, podemos ser robados. Aun así, muchos buscan protegerse.
Sin embargo, los avisos en cuanto al regreso de Cristo, en cuanto al Fin de los Tiempos, están esparcidos por la Biblia bajo varios estilos, sobre todo en el Apocalipsis de Juan. Aun así, la mayoría no se preocupa por los últimos días, como Pedro mostró en los primeros versículos anteriores. Pero él mismo informa, inmediatamente después, que ellos se olvidaron de la otra vez en la que Dios mandó un aviso a través de uno de Sus hijos, Noé, y casi todo el mundo dudó. Y resultó en lo que resultó:
“Estos se olvidan voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la Tierra, que proviene del agua y a través del agua por la palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua.” 2 Pedro 3:5-6
Como en los días de Noé, nadie puede decir que no está siendo avisado hace milenios. El Fin de los Tiempos no es un acontecimiento como el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York (foto arriba, lado izquierdo), el 11 de septiembre de 2001. Claro que nadie lo esperaba. Muchos, incluso, estaban tan confiados de que estaban seguros en la gran ciudad norteamericana que solía ver las guerras de lejos, que comenzaron su día yendo al trabajo en sus autos, colectivos, subtes y bicicletas, como siempre lo hacían. Parecía que ese tipo de cosa solo sucedía con los demás, y lejos. Esa mañana soleada, el terror no solo golpeó sus puertas, sino que también las derrumbó.
Diciembre del 2004. Un tsunami de potencia sin precedentes en la historia barrió el litoral asiático y mató a centenas de millares. Ese día también comenzó como cualquier otro, con todo el mundo despertándose sin preocupaciones cotidianas, como qué desayunaría o si el tránsito era bueno. Vino la muerte. Como ladrón, sin aviso.
Así como los neoyorquinos y los asiáticos en las dos fechas fatídicas, los escarnecedores citados por Pedro no esperaban el fin. Pero, al contrario de los aviones lanzados sobre los edificios y de la ola gigante que barrió patrimonios y vidas, el Apocalipsis es previsto. Hay un aviso. Varios avisos, mejor dicho.
No hay una fecha marcada, sin embargo. Pero existe la certeza de que sucederá en breve, y en cualquier momento.
Nadie estaba preparado para un Boeing entrando por la ventana. Nadie estaba preparado para un paredón de agua que destruyó todo por delante. Casi nadie está preparado para el Fin de los Tiempos. No obstante, algunos, temerosos de Dios y de la Biblia, no necesitan preocuparse en caso de que el fin venga ahora. Siguen los preceptos de Dios por medio de Jesús, tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida. Algunos ya murieron de esta vida física en paz, con sus nombres escritos en el Libro. Otros presenciarán desde aquí de la Tierra el final de la vida terrena y el inicio de la Vida Eterna. No se irán con miedo, pues saben que la vida de verdad comenzará exactamente en el punto en que muchos creen que todo se terminará.
Para los preparados, Jesús no vendrá como ladrón. Vendrá como alguien esperado, un invitado especial, para el cual reservamos lo mejor que tenemos.
“El SEÑOR de los Ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos y de vinos purificados.
Destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a todas las naciones.
Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Dios el SEÑOR toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de Su pueblo de toda la Tierra; porque el SEÑOR lo ha dicho.
Se dirá en aquel día: He aquí, Este es nuestro Dios, Le hemos esperado, y nos salvará; Este es el SEÑOR a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en Su salvación.” Isaías 25:6-9
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