Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor excede al de las finas joyas
El príncipe de un reino lejano, estaba en la época de contraer matrimonio y decidió hacer una selección entre las jóvenes más bellas del reino. Tres fueron seleccionadas: lindas, vestidas y preparadas desde la infancia para un día ser las posibles princesas de la corte. Solo una podría ocupar el lugar, la dificultad para elegir a quien lo acompañaría para el resto de su vida era tanta que el príncipe decidió buscar el consejo de un pastor muy sabio.
– ¿Cómo voy a saber a cuál de ellas debo elegir para que sea mi esposa y reina de la corte?-preguntó el príncipe lleno de dudas.
– Haga lo siguiente: dele un puñado de arroz a cada una, con un diamante escondido entre los granos. Después dígame cuál fue la reacción de las jóvenes.-orientó el pastor, dándole tres puñados de arroz para que el príncipe lo entregue a sus pretendientes.
Así hizo el príncipe. Le dio a cada una los granos de arroz con el diamante y les pidió que le prepararan una comida.
La primera preparó una exquisita comida para el príncipe, pero guardó la joya para sí misma, sin comentar nada al respecto. Después de almorzar con la joven y observar que ella no había hablado del diamante, fue directamente a darle la información al sacerdote, que le dio su parecer:
– A pesar de estar encantada, la joven mostró que era muy egoísta, pues guardó la joya para sí, sin compartir el hallazgo con Su Majestad. Ella hizo como el pájaro descripto en la Biblia, que come la semilla lanzada al costado del camino, sin al menos esperar que de frutos. Con seguridad ella no sirve para ser su esposa.
Siguiendo el consejo del pastor, el príncipe fue a la casa de la segunda candidata. Cuando llegó, se encontró con un lindo plato de arroz y con la noticia de que la joven había encontrado el diamante entre los granos, y había mandado a hacer un anillo con la piedra. Después de cenar con la joven, una vez más buscó al pastor para contarle los hechos.
Ante el relato del príncipe, el sacerdote hizo el siguiente comentario:
– Esta, a pesar de estar enamorada y ser honesta, es una persona muy vanidosa, y que solo piensa en sí misma. No será una buena esposa.
Desilusionado, el príncipe fue rumbo a la casa de quien era su última opción. ¡Cómo se sorprendió al entrar y ver un magnífico banquete! Había de todo. Además de arroz, platos maravillosos, hechos con especias importadas de Oriente, que adornaban la enorme mesa.
– ¿Cómo consiguió con ese puñado de arroz que le di hacer todo esto?- indagó el príncipe, como si no supiese lo del diamante.
– Pensé que el diamante que estaba en el puñado de arroz era para que preparara un plato especial. Entonces empeñé la joya y con el dinero compré platos finísimos y todo lo que necesitaba para ofrecerle este banquete. Con las recetas que conozco, llamé a las mujeres del reino para enseñarle cobrándoles una moneda de oro a cada una. Así obtuve de nuevo el valor del diamante y lo recuperé, para devolvérselo a usted- explicó la joven.
Feliz, imaginando cual sería la conclusión del pastor al respecto de la actitud de la tercera candidata, el príncipe fue corriendo a contarle lo sucedido. Después de contarle la historia, escuchó lo que esperaba:
– Además de dedicada, enamorada y honesta, ella es inteligente. Ella encaja perfectamente en el perfil de la mujer descripta en la Palabra de Dios:
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas. El corazón de su marido confía en ella y no carecerá de ganancias. De ella recibe el bien y no el mal todos los días de su vida. Ella busca la lana y el lino, y trabaja gustosamente con sus manos. Es como la nave del mercader, que trae su pan desde lejos.” (Proverbios 31:10-14).