Los problemas económicos no son una exclusividad de los pobres. Incluso quienes tienen una buena condición económica pueden verse envueltos en deudas, con un gran impacto psicológico negativo sobre sí mismo y sobre la familia.
La Biblia contiene sabios consejos para quienes están afligidos por la falta de dinero para pagar sus cuentas, pero también advierte para que esto no llegue a suceder. Veamos 5 ejemplos:
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu.” (1 Tesalonicenses 5:18-19)
El apóstol Pablo aconseja sabiamente a la Iglesia de Tesalónica a no dejar que las circunstancias de vida influyan en nuestro vínculo con Dios. Nada de quejarse, ni de sentir lástima de nosotros mismos. Los israelitas en el desierto, rumbo a la Tierra Prometida, solo veían las dificultades del viaje y no las bendiciones que recibían a lo largo del camino – justamente por eso es que demoraron para entrar a Canaán. Muchas veces, mirar demasiado hacia lo que no tenemos nos impide ver lo que recibimos. El Espíritu Santo en nosotros, con Sus dones, nos ayuda a ver lo que realmente debe ser visto – y a vencer. A diferencia de los hebreos en Éxodo, Pablo siempre agradecía por el privilegio de estar vivo, teniendo mucho o poco.
“Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.” (1 Timoteo 6:8)
No es que Pablo, con este consejo, le dijera a la Iglesia de Timoteo que no tenga metas o ambiciones benéficas. Al mismo tiempo, él se refería a que debían ser gratos por lo básico y no dejar que la ambición se convirtiera en codicia. La codicia material puede ser peligrosa si no fuera bien administrada. Hoy en día, por ejemplo, la mayoría de las personas alejadas de Dios permiten que este deseo desenfrenado domine sus vidas -piensan que las cosas que desean son necesidades, y que contraer deudas para poder adquirirlas es algo normal. Por ese motivo, muchos no obtienen lo que anhelan y además pierden lo que ya tenían. Enfocándose en el Señor Jesús y en la voluntad de Dios, los objetivos económicos pueden alcanzarse, pero de manera correcta, sin causarles daños a otros factores de la vida.
“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la Gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.” (1 Pedro 1:13)
Alguien sobrio, con los pies sobre la tierra, ve la vida desde el ángulo correcto, no permite que los deseos materiales mezquinos lo engañen sobre la realidad, o que domine la manera en cómo se conduce en la vida para obtener lo que quiere. Una persona así, no se ocupa de su vida financiera como si fuera un cuento de hadas, basado en el “compro y después veo qué hago para pagar”. Las deudas no desaparecen como un sueño, que se termina en el momento en que nos despertamos. Para evitarlas o para pagarlas, se necesita disciplina.
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Mas buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:24,33)
Si el objetivo son las conquistas materiales en sí, el estar enfocado en Dios no existe. Sin este enfoque no hay una verdadera conexión ni un compromiso con el Padre. Muchos ricos no se dan cuenta, pero es el dinero el que los domina a ellos y no al revés, porque lo pusieron al frente de todo. Siempre que dejamos que algo sea más grande que nosotros – y ese algo no es Dios -, somos esclavos de aquello. Y en nombre del dinero, podemos cometer tonterías que nos llevarán a la ruina. Estamos solos luchando por nuestro patrimonio, sin la verdadera protección Divina. Cuando el Señor es el centro, vivimos realmente como Sus siervos y las demás conquistas suceden.
“El rico se enseñorea de los pobres, y el que toma prestado es siervo del que presta.” (Proverbios 22:7)
Sí, los deudores son esclavos de sus acreedores mientras no pagan sus deudas. Solo la sensación de estar debiendo ya es una opresión. Aquellos que esperan el momento oportuno, ahorran para comprarse algo, logran obtener lo que quieren y no viven debiéndole a nadie. La paciencia es la clave. Querer algo no está mal, la forma de cómo lo conseguimos es lo que marca la diferencia. Muchos compraron por encima de sus posibilidades y los problemas a lo largo de los préstamos los dejaron en una situación peor que la de antes de la compra.
¡Piense en todo esto!
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