Muchas personas piensan que Dios tiene el semblante serio o un rostro enojado, como el de alguien insatisfecho con el mundo. Pero es exactamente al contrario. La bendición sacerdotal muestra al Señor preparado para dar salud, seguridad, prosperidad y protección, vea:
“El Señor te bendiga y te guarde;
El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
El Señor alce sobre ti Su rostro, y te dé paz.
Así invocarán Mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré”. Números 6:24-27
Como el sol se levanta y baña la tierra con sus rayos de luz diariamente, de forma semejante el Señor Jesús levanta la brillante luz de Su rostro sobre nosotros.
Claro que Su rostro es infinitamente mayor que el sol.
Entonces, ¿quién puede permanecer con un semblante caído o con un ceño fruncido delante del Rostro más lindo y sonriente dándole la bienvenida?
Quien corresponde a Su mirada recibe una paz inigualable en su alma, porque, por la fe, ve la mayor de todas las glorias.
Así, necesitamos entender que Dios es Dios de reconciliación. Siempre buscó ser Padre, Amigo y Ayudador de Su pueblo. Incluso no habiendo el Señor cometido ningún error en la relación con el ser humano, el primer paso de reconciliación siempre fue de Él.
Y la cruz fue el ápice de Su entrega:
“… Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo Consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación”. 2 Corintios 5:19
Entonces, dejemos que el Señor Jesús levante nuestro rostro y que con Su dulzura ilumine nuestras vidas y nos llene con Su paz.